El mayor de los cuidados

En el mundo andino, la presencia de los taitas es fundamental. Las personas de mayor edad son consideradas como la fuente de sabiduría de la comunidad. Tanto en Occidente como en Oriente las canas infunden respeto por el camino recorrido: no en vano las barbas blancas terminan representando al conocimiento. Y en términos criollos, ‘más sabe el diablo por viejo, que por diablo’. También es cierto que pasados los años, la vitalidad no es la misma. Esto, sin dejar de lado a la premisa de que en la tercera edad se vive una ‘segunda infancia’.

Las personas de la tercera edad merecen el mayor de los cuidados, mucho más cuando se vive una emergencia sanitaria en el mundo por la arremetida del Covid-19. Un sentimiento de soledad y abandono suele acrecentarse en esta etapa de la vida, y el aislamiento social puede conllevar a que esas sensaciones crezcan.

Hay que entender que la sabiduría de los años y aquella picardía de una ‘nueva niñez’ pueden ser aliados para un aprendizaje de nuevas tecnologías, tan útiles frente al encierro del coronavirus. Los nuevos soportes tecnológicos son instrumentos de cultura y pensamiento. Su utilización no debe marginar a un segmento que puede aprovechar las posibilidades que brinda la tecnología. Debe eliminarse el estereotipo que su uso es para las nuevas generaciones y que su acercamiento está negado debido a la edad.

Como sociedad, estamos en la obligación de generar dicho acercamiento. No puede ser posible que el contacto de un adulto mayor con una tablet sea para el último adiós, tal como sucedió semanas atrás en Italia, donde estas fueron utilizadas para que los pacientes contagiados se despidan de sus seres queridos.

El reto es enorme, sobre todo si se considera que en el país, de acuerdo con el INEC, el 5% de adultos mayores maneja una computadora y el 44,4% usa celulares. De todos dependerá dar el click para que estas brechas se reduzcan.