Nuestros campesinos

Albert Einstein dijo: “No valores a las personas por lo que dicen, sino por lo que hacen”. Esta teoría es tan antigua que va paralela con la presencia del primer político en el mundo y está en plena vigencia. En la época de candidaturas para ocupar cargos públicos mediante actos democráticos, las ofertas innumerables son maravillosas como lo es la naturaleza con su savia y contenidos saludables y nutritivos, pero cuando ganan olvidan todas las necesidades públicas, puesto que, ahora gozan con su solvencia económica hurtada de los recursos del pueblo.

La educación en conjunto y particularmente la rural no está atendida adecuadamente como para motivar a los educandos (alumnos) de modo que su mente se abra y pueda rendir conceptos e iniciativas útiles para sí y la sociedad. En el campo, todos no tienen la casualidad que tuvo Gabriel García Márquez, de nacer en el seno de una familia preocupada por la suerte de los demás, tener biblioteca, hacer tertulias diarias familiares identificadas con cuentos de guerra, libertad, educación, rechazo a la inquisición, respeto, justicia y tantos otros temas que aun viviendo en la aldea Aracataca y el caserío de Macondo, ese simple antecedente despertó su mente para construir grandes obras literarias que perennizaron su nombre en nuestro planeta.

En la zona rural la educación que significa construcción de escuelas, laboratorios y centros de investigación, nombramientos de profesionales educativos y extensiones universitarias regionales, deben ir de la mano con la apertura, construcción y mantenimiento de caminos y carreteras que ahora están abandonados, así como apoyo y tecnificación a los cultivos agrícolas para consumos interno y negocios externos, focalizados en los productos de mayor demanda.

El pánico y las consecuencias nefastas del Covid-19 así como la resolución del Tribunal Penal que condenó a ocho años de prisión al expresidente Rafael Correa Delgado y a sus 20 ladrones por cohecho en el caso de sobornos, quizás haga reflexionar a todos los desalmados políticos de Ecuador, para que en adelante actúen con decencia y honestidad en las funciones que el pueblo inocente les delega.

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