Volver a la normalidad, ¿a cuál normalidad?

Hernán Yaguana Romero

Un gran número de personas aclaman volver a la vida que hasta hace poco era lo normal; urge retomar las actividades cotidianas, la rutina que nos envolvía de trabajo, ocio, turismo, viajes, compras, diversión, farándula, etc. Estábamos tan acostumbrados a ello que nos golpea fuerte no poder hacerlo. Y más aún cuando sabemos que después de atravesar esta cruda virulencia bacteriana, existirán cambios de enorme trascendencia, no solo por las víctimas que cobre la pandemia, sino por el shock económico. Es muy temprano para pronosticar cuáles serán las consecuencias que nos deja la pandemia, pues sabemos que mientras más se extienda, mayores serán los daños sociales y económicos.

Por encima de lo que pase en el futuro, esta pandemia ha servido de microscopio para mostrar la inconsistencia y la fragilidad de los seres humanos. En pocos días constatamos cómo una sociedad tan tecnificada, llena de adelantos científicos, de millones de investigadores y de premios Nobel, sin nombrar otras distinciones; tiembla tan fácilmente ante un virus. Acaso tanta “pompa” y solemnidad expuesta en los principales congresos y reuniones académicas, solo era un montaje para cubrir la precariedad del sistema capitalista, al cual le hacíamos la venia; o bien, simplemente, era una fantasía para aparentar el “adelanto” de unas culturas sobre otras; ejemplo que la sociedad lo había tomado como modelo de vida, para también diferenciarse unas personas con otras, sin importar nada más que la distinción.

Más allá de las fisuras que podamos encontrar a la sociedad actual, es evidente buscar una nueva sociedad. Que este golpe mortal que vive la humanidad no se convierta en una simple intencionalidad, sino que sea el giro para un florecimiento nuevo de los seres vivos en general. (O)

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