Recuperar la confianza

El fracaso de los líderes guarda relación con su débil personalidad. Un Gobierno con un liderazgo frágil no puede alcanzar acuerdos. No es que deba darse poder ilimitado o cheques en blanco; cuando el poder no tiene controles, no rinde cuentas a nadie o carece de contrapesos, es un peligro. También es cierto que las limitaciones excesivas al poder estatal reducen su capacidad.

El deterioro de la confianza en los gobiernos populistas es una tendencia que recorre el mundo. Quienes han vivido en países convulsionados por la política no confían en su administración, así estos hagan lo que podría considerarse correcto. Existen razones para desconfiar de los políticos, no solo por sus mentiras, sino porque algunos privilegian más la corrupción.

En un mundo globalizado, mejor informado y más observador sobresale la ineficiencia, la incompetencia o las fechorías de ciertos gobernantes y sus colaboradores. El escaso nivel de credibilidad y desempeño que tienen ciertos dirigentes termina destruyendo más su imagen. Recuperar la confianza del pueblo en aquellas áreas donde la ineptitud, el deshonor y la corrupción han dejado secuelas no es nada fácil.

Es necesario realizar cambios profundos en las organizaciones y el funcionamiento de los partidos en cuanto a los métodos para seleccionar, vigilar o controlar a sus líderes. Esto será posible solo con un Consejo Nacional Electoral probo, independiente y democrático.

La Corte Nacional de Justicia, Fiscalía, Contraloría y Procuraduría General del Estado están recuperando la confianza y dignidad del pueblo ecuatoriano, al presentar pruebas irrefutables y sentenciar a la corrupción organizada al más alto nivel.

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