Pausa mundial

Giovanni Carrión Cevallos

La pandemia del coronavirus ha obligado al mundo a detenerse, confinando a sus ciudadanos en sus casas, lo que implica desacelerar abruptamente su marcha, como medida para enfrentar a la peste que a la fecha ha infectado a más de 2,1 millones de personas a nivel planetario y arrebatado -de un momento a otro- la vida a más de 144 mil personas quienes, en aislamiento, no han podido siquiera despedirse de sus seres queridos.

Ciertamente, el efecto inmediato de la covid-19 no sólo que golpea a los sistemas de salud que se han mostrado incapaces de atender una desbordada demanda de servicio, sino también a la economía cuyas proyecciones, en el caso de América Latina y el Caribe, según estimaciones del FMI, determina que caerá en 5,2% de su PIB. Para Venezuela y Ecuador, las previsiones son aún más drásticas: -15% y -6,3% en la variación del PIB, respectivamente. De su parte, América del Norte también verá contraída fuertemente su economía en un 6% del PIB, con mayor peso para México (-6,6%).

Indudablemente, esto traerá consigo el deterioro aún mayor del mercado laboral, agudizando con ello la pobreza y pobreza extrema. De hecho, se estima una pérdida del 10% en el empleo. Como vemos, se tratan de cifras que plantean un panorama nada alentador y que deberá ser enfrentado por los países de la región (y en realidad en todo el mundo) con costos enormes, pero con mayor incidencia en los países en vías en desarrollo que no cuentan con los recursos y reservas necesarias para paliar esta catástrofe sanitaria, económica y social.

La covid-19, si bien tiene la capacidad de infectar a todos por igual, no obstante, la pobreza juega un papel determinante en restar posibilidades a la población para ganarle la batalla a este virus. (O)

@giovannicarrion