La sorpresa del futuro

José Benigno Carrión M.

No olvidemos, buenos y apreciados amigos, que estamos en momentos de prueba, en que el combate se ha puesto terriblemente duro, en que sus contornos y proyecciones no deja de tenernos desconcertados. Es una batalla en que está inmerso todo el planeta, que posiblemente cambiará la suerte y el destino de los pueblos y los hombres…

Sin embargo, tenemos la certeza que no se arriarán banderas… Esa es la consigna. Estamos luchando contra un enemigo invisible que usó armas prohibidas y desconocidas. Pero ahí están firmes e irreductibles: los investigadores, los científicos, aquellos hombres de uniforme blanco, que están trabajando noche y día en sus cubículos, en sus tiendas de campaña, hasta encontrar como liquidar a tan escurridizo adversario.

Allí están en sus campos de investigación: integérrimos, indeclinables, seguros de sí mismos, convencidos, ahora más que nunca, que no cabe dar paso atrás ni dar tregua a tan peligroso enemigo… Esperamos que se encuentre la solución a tan complejo problema con la inspiración de una nueva filosofía que aliente cambios certeros en la forja de una sociedad diferente. Es el combate más duro y ambicioso por desentrañar los problemas de la ciencia, confiando esta vez pueda encontrar la solución más precisa en tan dura y compleja misión.

Hay la necesidad de estar unidos, hoy más que nunca, para vislumbrar seguros la nueva ruta que nos tiene deparado el futuro. Pero esa ideal demanda grandes cambios, grandes sacrificios, que nuestra comunidad debe estar dispuesta a cumplirlos para alcanzar la meta que se ha propuesto… Y entonces, flameará orgullosa y galana, la grímpola de la libertad hacia la consecución de un nuevo propósito: la fraternidad entre los pueblos… Un anhelo que todos esperamos se convierta en una soñada realidad. (O)

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