Un cuerpo mortal…

Talía Guerrero

Debido a la especial circunstancia por la que atravesamos, no solo los ecuatorianos, sino el mundo entero y del que ya no interesa saber su origen, para hacer conciencia en que a todos nos alcanzara, sino ahora, después.

Llevamos en cuarentena obligada, un poco más de cinco semanas a puerta cerrada en casa y ya no nos llegan como al principio, ni los buenos consejos, ni las bienintencionadas motivaciones; porque simplemente nos sentimos estancados y preocupados; un estado propio de nuestro carácter básico, tomando en cuenta que solo somos cuerpos mortales, con músculos unos fuertes otros no tanto y en una gran mayoría con mentes curiosas, que razonablemente influye en el resto de la humanidad.

Sin embargo, cuando nos sobrevienen acontecimientos como este para el que no estuvimos preparados, implicándonos un lapso de nuestra vida interrumpiendo nuestras actividades; para compartir y lo que es más difícil, para convivir las 24 horas del día: con el círculo familiar más cercano, dígase pareja, hijos, bebes, niños y/o jóvenes, con el obvio contraste de caracteres, parejas de viejos unos neuróticos otros necios, empresarios con la disyuntiva de salir a producir o quedarse para sobrevivir, solitarios que a pesar de gustarles la soledad, ahora no pueden renunciar a ella, familiares de los médicos que trabajan en esta peligrosa área, siempre expectantes, los imposibilitados física o económicamente para valerse, los que no pueden allanarse a la disposición, porque viven en la calle.

Y si vamos un poco más allá de nuestra impotencia, hasta llegar a quienes tienen que permanecer atrapados con sus verdugos, abusadores o retorcidos seres humanos. Quizá entonces logremos entender, que todos estamos pasando por una difícil prueba, que, si bien cada historia es diferente, en todas hay más de una lección para aprender, que ojalá cuando volvamos con libertad las analicemos y decidamos asimilarlas; y cambiar, terminar, recuperar, arriesgar, enfrentar, esforzarnos, alejarnos, perdonar etc., y, sobre todo, para cumplir, porque nuestro cuerpo mortal está vivo y listo para aprender a mejorar. (O)

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