Otra pandemia sin vacuna

Hay luchas que no se pueden postergar ni en cuarentena, los feminicidios y violencia género no se han detenido durante el aislamiento social y siguen con un ritmo escalofriante; son la ‘punta del iceberg’ de formas de conflictividad que ocurren en el suelo doméstico, espacio en el que muchas personas tiene que convivir forzosamente con sus agresores.

Vivimos momentos insólitos y desde los medios de comunicación se insta a quedarse en casa, pero dando por sentado que ese, el doméstico, es un espacio de confort, paz, bienestar y no de tensiones y violencias. Puede pensarse en los niños y niñas acosados por un mayor, que los abusa sexual, una mujer sometida a agresiones constantes por parte de su pareja o una persona mayor dejada a su suerte en medio de esta crisis existencial social y económica que nos aqueja.

El patriarcado es una enfermedad que ha estado asolando a la humanidad por miles de años, siempre ocasionado sufrimiento, muertes y donde las víctimas siempre son mujeres o grupos vulnerables -no va sola- está unida con su otro agresor llamado machismo. Ante esta realidad, urgen tomar acciones. Implementar políticas públicas que acompañen en esta crisis a las mujeres, con el objetivo específico de prevenir la violencia. Urge abrir canales de apoyo y adoptar las ya existentes con eficacia al escenario actual.

No se trata de un lío local, la ONU y hasta el papa Francisco lo advierten y son varios países que reportan un aumento de la violencia contra las mujeres desde que se ha declarado el aislamiento. Los escenarios son múltiples, pero de lo que se trata no es de adivinar una situación detrás de cada puerta sino de implementar políticas que cuiden y alivien a todas o prevengan la exacerbación de aquellas que pueden producir sufrimientos mayores a largo plazo que el coronavirus.

Hoy las medidas de aislamiento recrudecen la violencia patriarcal. ¿Por qué aún no se han implementado medidas urgentes para frenarla? ¿Por qué esta emergencia no forma parte de los mensajes a la población en la crisis? ¿Cómo generar cuidados y alertas? ¿Cómo hacer de los hogares un lugar seguro de ‘monstruos’ que atormentan? La política pública no debe ser carente de voluntad y de coherencia; ni ajena a una realidad que pega, viola y mata. La sociedad será la misma si los pedidos de auxilio continúan sin ser oídos.

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