Llegó como una noticia más del universo de absurdos e irrealidades que vivimos desde que empezó la pandemia: el Ministerio de Finanzas ordenó reducir hasta el 10% del gasto de todas las instituciones públicas, incluyendo a las universidades públicas en todo el país.
Justo ahora, cuando los estudiantes ecuatorianos se debaten entre el hambre y la desconexión, la ansiedad y el aburrimiento en el encierro. Ahora, cuando se hace evidente lo poco preparado que está el país para sobrevivir las emergencias, mucho peor para dar un salto de productividad que permita -aunque sea a las próximas generaciones- construir una economía nacional basada en el valor agregado y la innovación.
La brecha socioeconómica solo apunta a ahondarse gracias a la pandemia provocada por el Covd-19, en la que pocos tienen acceso a educación de calidad y a recibir tiempo dedicado de sus padres para entender y poner en práctica la instrucción que llega de los maestros.
El panorama no es solo gris para los meses que vienen, sino para los años en los que viviremos todas las consecuencias de decisiones torpes y miopes, tomadas al apuro y sin medir más allá que el siguiente ciclo fiscal.
Una alta fuente del ministerio de Economía, informó a LA HORA que los detalles del recorte “no están muy definidos”. Esto nos da esperanza, porque rectificar es de valientes. La Educación es, como ha sido siempre, un sector estratégico y fundamental. Todo presupuesto puede recortarse, menos aquel que representa la inversión con más probabilidades de sacar al Ecuador la pobreza.
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La educación es la premisa del progreso, en cada sociedad, en cada familia.”
KOFI ANNAN (1938-2018) ECONOMISTA GHANÉS, SECRETARIO GENERAL DE LA ONU
El que no puede vivir en sociedad, no es miembro de la sociedad, sino una bestia o un dios.”
Aristóteles (384-323 A.C.) Filósofo griego