Un estadista

Un estadista llega al poder con un amplio bagaje de experiencias y conocimiento del manejo de la cosa pública, de la historia de la nación y de quienes componen cada arista de su escenario político. Tiene una visión de futuro y las herramientas para plasmarla en políticas integrales.

Un estadista se anticipa al futuro y actúa como si estuviese en él. No endosa sus errores a quienes lo anteceden ni gobierna mirando encuestas. Un estadista sueña con un imposible sin perder de vista lo posible; es un líder conductor del Estado. Sabe que él -o ella- no es y nunca será el Estado, pero comprende que el Estado tiene tantos ejes como cabezas, y si no las engrana con habilidad y astucia, terminan todas tirando en dirección contraria. Y así, el país no se mueve a ningún lado.

Hasta hace tres años, tuvimos un capataz que olvidó leer su libro de historia política y no entendió que la tiranía plebiscitaria, el lleve sistemático y el sembrar odios entre todas las facciones posibles, era para la construcción de una patria lo que las cadenas son para la libertad.

Como somos nación de extremos, quien habita hoy Carondelet se pinta opuesto. Una crisis como la del Covid-19, a todas luces noqueó al país y tiene a la sociedad expectante, atenta a cualquier señal de vida o movimiento. Un estadista entendería que se requiere de todo el Estado -entiéndase, todo- para levantar al noqueado, pero además de la sociedad en su conjunto.

Teniendo luces brillantes sobre la diferencia entre estadistas y presidentes, el lector debe meditar, desde ya, respecto a las próximas elecciones.

Con frecuencia, no es el trabajo lo que nos causa fatiga, sino la preocupación, la frustración y el resentimiento”.

Dale Carnegie (1888-1955) Empresario y escritor estadounidense.

Un error es simplemente una forma distinta de hacer las cosas.

Katherine Graham (1917-2001) Periodista y Editora de The Washington Post (1963-2001)