¿Cambios?

Los derechos humanos han sido suspendidos por el Estado protector que busca liquidar al Covid-19, situación que podría prolongarse más allá de la pandemia, si los pueblos fueron obligados a callar y obedecer, a estar confinados en sus casas, habitaciones, casuchas y chozas miserables. La tecnología, en cambio, es usada para controlar a las personas.

Muchos cambios se avecinan. Ahora, basta una aplicación en el teléfono para que el Ojo del Gran Hermano de la novela ‘1984’ de George Orwell, sepa en donde está y qué hace cada individuo. La vigilancia extrema suprime los derechos a la movilidad, privacidad, el derecho a no ser despedido del trabajo y, también, el derecho a una educación de calidad, a la salud y otros considerados fundamentales.

Los viejos casi no tienen derecho ni a respirar, en aras de la prevención al contagio. En muchas partes del planeta se les ha negado respiradores, se les ha dejado morir porque se considera preferible salvar la vida de los jóvenes.

Falta la ideología del aplastamiento global para que el neo fascismo reemplace al capitalismo neoliberal. ¿Se reinventarán el comunismo y el socialismo, para que se caractericen por la organización de una sociedad global más humana, solidaria, respetuosa de la naturaleza y los derechos de todos?

El coronavirus ha unido, planetariamente, a los seres humanos sin trabajo. ¿Llegará la hora de pensar en una sociedad que cambie los modos de producción con objetivos ambientalistas? El petróleo dejará de ser el motor de la riqueza y la corrupción.

Se ha globalizado el miedo al contagio. Se esfumaron los sueños de la eterna prosperidad, de la economía global y de la sociedad de consumo. ¿Permitirá el coronavirus cambios fundamentales y habrá nuevos hábitos de tolerancia, solidaridad y respeto? O, ¿el dinero valdrá más que la vida del ser humano?

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