Atavismo hacendario

Las reformas aprobadas por la Asamblea, tras opacas negociaciones que obligaron al Ejecutivo a retirar la única parte solidaria del proyecto para satisfacer intereses políticos, han provocado reacciones conforme a intereses particulares, muchos de ellos legítimos, que se deberían considerar desde el poder político, buscando la mayor aproximación al esquivo bien común o, al menos, al mal menor.

La crisis económica, política y social agravada por la pandemia de Covid-19 es catastrófica; las medidas eran inevitables. Lo importante es determinar si son las adecuadas para iniciar un proceso de desarrollo sostenible, y estar seguros de que el sacrificio se reparta, de manera equitativa, sobre todas las clases y sectores sociales.

Para evitar equivocaciones en el diseño de políticas públicas, se debe diagnosticar las razones por las que el Ecuador ha llegado a esta desesperante situación. Y éstas llevan de manera inequívoca a la descomposición moral, administrativa y técnica del Estado, sustentada en una pérdida general de valores, fruto del desencanto de un pueblo que, por no creer en nadie, termina entregándose en brazos de personajes nefastos, ineptos e irresponsables.

La herencia colonial y las taras atávicas de la República hacendaria, expresadas en el populismo y caudillismo, están tan arraigadas en la cultura política nacional que se vuelve imposible suprimirlas. De ese modo, la democracia deformada hasta haberla convertido en una caricatura, se convierte en causa y efecto de los males que agobian al pueblo: Partidos y movimientos políticos familiares (la mayoría innecesarios) que sólo buscan distribuir privilegios entre el dueño, su familia y clientela; país, provincias, cantones y parroquias, gobernadas -con pocas excepciones- como haciendas, donde la planificación es un documento arrumado en una estantería, los equipos de gobierno improvisados, las licitaciones meras pantomimas, los concursos de merecimientos convertidos en farsas, y las autoridades hacendarias actuando como les da la gana.

Arnold Toynbee, eximio historiador británico, desarrolló la teoría del desafío respuesta: Las dificultades que obligan a tomar decisiones ligadas a la supervivencia, provocan el surgimiento de minorías creadoras que superan el poder de las minorías dominantes. Ellas deberían ser las llamadas a corregir las taras que la pandemia ha desnudado. ¿Existen?