EL ESPEJISMO DE ECUADOR

Johanna Delgado Melgar

Cuando somos niños, en la escuela nos enseñan que un país lo conforman todas las personas que habitan en él, que es nuestro deber cuidar de los recursos y de todas las cosas que existen en él, para así poder tener un país seguro, lleno de oportunidades, en donde podamos crecer y trabajar pensando siempre en el bienestar de toda una nación.

Lamentablemente, esto solo se ha convertido en un sueño, pues hemos visto como nuestra patria ha sido ultrajada en innumerables ocasiones, por quienes han prometido un cambio, por quienes han hecho ofrecimientos de un mejor mañana, de “un mejor futuro para nuestros hijos”, entre otros incontables ofrecimientos.

Pero la realidad es otra, hay quienes se enriquecen a costa de los recursos de todos los ecuatorianos, jugando con la salud, la educación, la vivienda, el trabajo y lo que es más detestable con los sueños de todos los ciudadanos. Muchos políticos hacen sus fortunas teniendo como amiga fiel la corrupción.

“La corrupción mata”, la corrupción también empobrece, la corrupción viola el Estado de Derecho, en tanto necesita impunidad para perpetuarse. Por ende, la corrupción destruye la democracia de una sociedad.

Nuestro país es pequeño en tamaño, pero tiene personas dignas que salen a las calles a ganarse el pan de cada día, trabajando el doble o el triple para que sus hijos puedan comer y tal vez ir a la escuela o alcanzar una profesión.

Lo que queremos dejarles a nuestros hijos, es un país en donde todos estemos involucrados activamente, en donde la educación llegue hasta el último rincón, en donde tengamos hospitales con medicinas y especialistas prestos a ayudarnos y que todos podamos tener un trabajo digno.

Como ciudadanos debemos aportar con un granito de arena para cambiar nuestro país, formando y enseñando a nuestros hijos en valores, sólo así podremos levantar a un Ecuador sin corrupción.

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