Caiga quien caiga

Esa frase de Lenin relativa a la lucha contra la corrupción, hoy se percibe hueca y vacía, pues la mayoría de casos de corrupción viene de los aliados del gobierno o terminan teniendo innegables lazos con quienes están en él. De acuerdo a los últimos sucesos, el cielo fue el que respondió, y en el vecino Perú cayó uno de los implicados en los atracos al IESS, literalmente hablando, este angelito caído, D. Salcedo, está en manos de la justicia ecuatoriana y sería clave para desmantelar una mafia que, según Roldán, perjudicaba al Estado desde hace una década, también involucrado un hermano del “angelito” que el cielo piadoso nos envió.

Mala suerte para Manabí, no hubo tal refinería del pacífico, ni el tan necesario y esperado hospital de Pedernales, estos dos millonarios fiascos son directa responsabilidad de la mafia correísta y de su escuela de corrupción, de la cual D. Mendoza resultó un brillante alumno; la figura del “consorcio” Pedernales, nos recuerda que en el correato también tuvimos nuestro consorcio Quinindé, pero nadie dijo nada.

Caiga quien caiga, pero si no caían solitos porque el diablo se les durmió, seguían despilfarrando por el mundo el dinero que nos hace falta para sobrevivir, y resulta vergonzoso para el oficialismo que a otros alumnos de la escuela de corrupción, se les descubriera descarados robos en plena pandemia. Pseudodiplomáticos señalados con nombre y apellido, nombrados sólo por ser: hermanitos de aquel, papá de este o la mamá del otro, continúen sinvergüenzas como parásitos del Estado ¿pero quién hace respetar al Estado?

Otra cosa indignante, que talvez sea legal, pero no ética ni legítima, es tener dos prefectos ejerciendo con grillete en sus tobillos; ese grillete no es un honor ni distinción, como dijo una desubicada, es un estigma, está diciendo: “en ti no se puede confiar”, esos hechos nos avergüenzan a todos los ecuatorianos.

Para cerrar este cuadro de inequidad, cuando al fin estos rufianes de cuello blanco caen, son tratados con tal consideración, propia de verdaderos héroes, no se les toca sus cuantiosos bienes malhabidos, van a cárceles o celdas especiales, con cuidados médicos exclusivos, ¿Por qué no son tratados como los demás reos? Como al que se robó un chancho o dos gallinas, por qué ese si es tratado como delincuente, pero el miserable que se robó millones de la salud y educación de nuestros niños, es protegido y privilegiado. Jamás lo comprenderé. Que se cumpla el caiga quien caiga, pero que caigan bien al fondo.

Shakespeare Abarca

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