VOCACIÓN DE SERVICIO

Álvaro Leonardo Peña Flores

Escuchaba en una radio de transmisión nacional que cuando uno ama lo que hace, ningún día es malo ni perezoso, siempre bueno y oportuno para poder sacarle el máximo provecho a las cosas que nos gusta hacer; y más ahora en el contexto de la pandemia en el que anhelamos volver a la normalidad, para hacer las cosas que antes detestábamos como trabajar, hacer ejercicio o dieta, sin importar el día ni las circunstancias, sino simplemente hacerlas. Carolina Espinoza maestra del cantón Playas de la provincia del Guayas, con pizarra al hombro y en bicicleta, tiene claro este principio impartiendo sus clases a los alumnos que no disponen de servicio de Internet; y hago mención a esta mujer viendo el amor y la vocación que tiene al enseñar, ejemplo digno de emular.

Como ella misma lo menciona “la vocación va por encima de las adversidades»; me ha gustado su actitud porque ha dicho algo muy cierto, que quizá a muchos de nosotros profesionales se nos ha olvidado; la vocación. Sí, la vocación, que nos impulsa a donar nuestro tiempo, espacio y conocimiento en el prójimo que hoy se lo ha visto más vulnerable; ella ha generado un impacto positivo tanto en sus alumnos, en el gremio, como en la ciudadanía en general. De entre las enseñanzas que nos trae este acontecimiento puedo resaltar que, aquí los modelos educativos no sirven de mucho cuando el sistema está fallando.

Todos, profesionales o no, estamos llamados a imitar esta vocación de servicio, que pese a la coyuntura actual que vive el país de inestabilidad, incertidumbre y zozobra, sigue más fuerte que nunca y que a su vez es el motor para ser ese pequeño cambio que todos anhelamos ver en el otro pero que, nosotros mismos podemos empezar a generar.

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