Se considera crimen contra la humanidad, aquellos que por ataques atroces e inhumanos, generalizados y sistemáticos, en contra de una población civil, son cometidos para aplicar políticas, por un estado; de acuerdo a lo conceptualizado por Naciones Unidas, lo que están haciendo con la población civil del cantón Esmeraldas, se constituye como un crimen de agresión a la población civil, mediante la emisión sistemática de gases tóxicos y venenosos, parecido a lo que hacían los alemanes nazis en los guetos y casas tipo hornos que exprofesamente construyeron para hacer experimentos con poblaciones civiles, que en la segunda guerra mundial fueron sometidos por la fuerza de las armas, y masacrados por intoxicación mediante gases venenosos en las cámaras donde eran encerrados y asfixiados, hasta el final.
En el caso de la emisión de gases de la Refinería de Esmeraldas, que sistemáticamente descarga gases venenosos como venzeno, azufre y otros químicos tóxicos para la vida, son instrumentados por una política dirigida por el gobierno nacional, como medio de producción y refinación de carburantes como gasolina, diésel y otros elementos, sin aplicar los controles mínimos de cuidado ambiental; esto es a sabiendas que es necesario la aplicación de filtros industriales que impidan la salida de dichos gases, no lo hacen , seguramente para ahorrarse el costo de inversión de dichos filtros, a costa de la vida y salud de la población civil Esmeraldeña.
Responsables de esta agresión criminal, son, autoridades nacionales, representantes del ejecutivo, gobierno seccional y provincial de Esmeraldas, Ministro y Delegado del Ambiente de Esmeraldas, que no se han dado por enterados que por acto de omisión, nos están agrediendo a los esmeraldeños con los gases pestilentes; por lo que deben ser juzgados por Naciones Unidas, por crímenes en contra de la sociedad civil esmeraldeña. Se impone que se clausure la refinería, hasta que compren los filtros industriales que controlen la emisión de gases venenosos, para precautelar la vida de seres humanos.
Joffre Daza Quiñónez