Corrupción añeja

Con conocimiento de causa se puede hablar con certeza y se puede decir que la corrupción es más añeja, que los mejores vinos franceses, porque la historia nos ha revelado que ya en el año 300 a.C, esta patología mental ya estaba institucionalizada en una sociedad, que vivía en florecimiento de una crisis social, económica, y política.

En aquella época también se habló de la administración pública y los grandes negociados privados, que furtivamente se daban entre “gallos y medianoche”, que servían para medrar del erario nacional a través del tráfico de influencia.

En esta etapa de la historia tuvo intervención directa el filósofo Diógenes de Babilonia, liderando el combate a la corrupción en calles y plazas. Fue Diógenes que a manera de sátira, recorrió las calles de Atenas en pleno día, con un candil encendido, supuestamente buscando un hombre ético, justo y honesto; es decir, digno para una sociedad.

Sin duda la actitud de Diógenes llevo un mensaje, para hacer ver el alto grado de corrupción en que naufragaba la sociedad ateniense. Es oportuno traer las palabras del Doctor Velasco Ibarra; “Hay que aumentar la luz mental y la conciencia ética de cada ecuatoriano para conseguir el progreso de la especie”.

Resulta irrefutable decir que la corrupción ha sido una pandemia a lo largo de la historia y siendo un hecho generalizado en las sociedades, en donde aparece como mala hierva que se alimentaba de la ambición, teniendo como fin el enriquecimiento. Debemos hacer notar que la colectividad tiene un mandato intrínseco de hacer frente a esa actitud perniciosa de aquellos que se apartaron de las normas que rigen la conducta del homosapiens; entonces debemos buscar la excelencia con el fin de lograr la rebosante e impecable dignidad. Tarea un tanto difícil, pero no imposible comenzar a pensar positivamente de otra manera.

Carlos Concha Jijón