¿UN VOTO?

ROBERT BLACIO AGUIRRE

Es mucho más difícil plantear una pregunta que dar una respuesta. Es mucho más complicado concienciar a las personas que dar un voto.

Al elegir asambleístas al azar o con un quemeimportismo, estamos poniendo en juego la función legislativa, que es de vital importancia para alcanzar la gobernabilidad y armonía en el ejercicio de la administración del país; entre sus facultades está, el de crear, modificar o derogar las leyes que rigen nuestro actuar como sociedad; fiscalizar los actos de las funciones Ejecutiva, Electoral y de Transparencia; aprobar el presupuesto general del estado y más.

Lamentablemente, los titulares en medios de comunicación son que la mayoría de asambleístas no cumplen con sus facultades, ya que un gran número no asisten a las sesiones convocadas; legislan en pro de sus intereses personales; no generan mayor fiscalización; presuntamente gestionan puestos públicos y diplomáticos; se encuentran involucrados en solicitud de diezmos; están envueltos en casos de corrupción en construcciones de hospitales; se benefician ante la presunta corrupción por carnets de discapacidad; entre otras. Los asambleístas no entienden que representar a los ciudadanos es un privilegio en sí.

Si queremos asambleístas que influyan positivamente en el rumbo del país, debemos hacer memoria y descartar a quiénes se han aprovechado de su posición política para enriquecerse y favorecer a sus familiares y amigos; a quienes en su gestión han sido cuestionados por actos de corrupción, por su prepotencia, falta de liderazgo y la falta de soluciones a los diferentes problemas en el ámbito público y privado.

¿Existe un problema? La respuesta es sí, no existe un voto consciente al momento de las elecciones, ya que los ciudadanos no se dan el tiempo de conocer las ideas y propuestas de los futuros candidatos; mientras más los conozcamos, más podremos analizar sus posturas, discutir sin miedo, defender nuestro punto de vista y lo más importante elegir a conciencia.

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