Made in China

Un precandidato presidencial desafió con colocar una bandera China a media asta en Carondelet con la imagen de un murciélago para poder renegociar la deuda externa a cambio de una indemnización convincente por las vidas perdidas por la propagación del coronavirus. Al argumento de Fernando Balda, en broma y en serio, tendríamos que añadirle varios reclamos: la devolución inaceptable del camarón ecuatoriano bajo el supuesto de encontrar moléculas de Covid-19 en un cargamento que llevó de regreso el virus de Wuhan. A la par, el reporte invasivo sobre la llegada de 260 buques de abastecimiento y almacenamiento de pesca en las cercanías de las islas Galápagos.

Un país, donde no hay cuarto vicepresidente malo al ruedo, ni parlamentarios, jueces ni futbolistas plagados de discapacidades, donde se vive de la nostalgia deportiva zombi y del realismo mágico de tratados ultra confidenciales con China. Resulta tragicómico reconocer que se adquirió todo tipo de especies de deuda con errores espantosos: proyectos de infraestructura, preventas petroleras, préstamos de libre disponibilidad.

La modalidad de venta anticipada de crudo se firmó con un poder especial que le otorgó a Petrochina la opción de recaudar todos los saldos que Petroecuador no pueda pagar. Un arreglo oscuro con implicaciones a la soberanía. A la par y en confinamiento confirmamos la construcción defectuosa de la hidroeléctrica Coda Codo Sinclair que no consideró el impacto ambiental ni fallas geológicas en la zona. Unos 1500 megavatios de potencia que producen el 42% de erosión de la cuenca hidrográfica del río Coca.

¿No cabe renegociar esa mezcla de malicia, corrupción y populismo? Pues, sumemos y cobremos la ruptura reciente de las tuberías del Sistema de Oleoducto Transecuatoriano (Sote) y del Oleoducto de Crudos Pesados (OCP) y además que Ecuador ya superó a China en el número de víctimas mortales por el coronavirus. Una pandemia catastrófica que seguirá, tal vez, hasta finales de 2020. Una plegaria de virus y vacunas. Un futuro hipotecado con acreedores Made in China que gobiernan como titiriteros mientras expanden miedo. Un espectáculo de hambruna, desnutrición infantil, desempleo, plagas y corrupción, pobreza extrema, miseria y difíciles condiciones de vida. Episodio de resiliencia que exige deliberar sobre salubridad, manejo de agua, higiene, protección ambiental, turismo; pero, sobre todo, reinventar una nación e innovar otro estilo de vida.

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@kleber_mantilla