Perversión y consumismo

A lo largo de la historia se han logrado excelentes descubrimientos de beneficio para la humanidad, pero también perjudiciales para la misma y, lamentablemente, lo negativo de ellos nos ha vencido, esclavizándonos en un loco consumismo que no tiene control, detrás de los inventos más sofisticados y la tecnología de punta, que cada vez nos inmoviliza más, porque busca arreglarnos todo, desde el simple cambio de un canal de TV por control remoto, hasta compras sin movernos de un sillón, situaciones que mal encausadas, terminan aislándonos progresiva e inconscientemente.

A la par de los avances tecnológicos, los mundos desarrollados ostentan los mayores índices de obesidad, diabetes y otras enfermedades relacionadas con el sedentarismo y la alimentación “alternativa” que el mundo consumista oferta. No hay que olvidar los niveles de ansiedad, neurosis, depresión y más patologías sicológicas, producto de una vida sobre las pantallas de las computadoras, en ocasiones, como única realidad, a la que el Covid-19 se ha encargado de exacerbarla en este último tiempo.

El no contacto con el campo, las plantas, con las montañas, ni siquiera con el patio de las casas, si es que existe, porque una buena parte de las poblaciones urbanas viven elevadas, en pisos altos, en los que tampoco se permiten mascotas, a no ser virtuales, han sometido nuestros gustos y afectos al mundo artificial en todos sus sentidos, olvidando la sencillez de la realidad natural.

Las vidas “estresadas”, como sinónimo de éxito de la existencia urbana, están carcomiendo la normalidad del comportamiento humano. Hemos llegado a despreciar lo simple, al punto de recubrir de cemento, aluminio y plástico todo lo que nos rodea. Los edificios y residencias de los citadinos son estándar en modelos y contenidos, así los “jardines” no pasan de tres plantas de colección, simétricamente ubicadas, que se convierten en un elemento más del sitio, sin jamás individualizar alguna vida vegetal que contemplar.

Las mascotas han entrado en una categoría “de moda”, talvez para exhibirnos en Instagram u otras redes como modelos de adopción de canes abandonados.

En este panorama, una pandemia de niveles incalculables nos sitia, a la par que los políticos se esmeran a como dé lugar en delinquir, bien porque nos roban descaradamente o porque se socapan entre ellos, por ejemplo al no aprobar una ley que les haga devolver lo mal habido a funcionarios con sentencia en firme, todo esto mientras nosotros nos ahogamos por consumir cada vez más.