Política exterior

La diplomacia debe ser dinámica e integral, como una batalla simultánea.

La presencia de 260 buques de la flota china pescando tiburones martillo en el supuesto límite de la zona económica exclusiva insular de Galápagos, debe ser controlada y monitoreada satelitalmente y además reconocida por aviones de alta precisión, por cuanto la flota extranjera muchas veces no coopera y apaga sus receptores.

Para un país pequeño como Ecuador, cuya crisis presupuestaria lo obliga a mantener la dolarización al borde del abismo con el rechazo de China a la exportación de camarón, la contraparte es un acreedor multimillonario.

China pone en peligro de extinción a varias especies del océano Pacífico, entre ellos los tiburones martillo de Galápagos.

Es necesario que la Armada ecuatoriana mantenga la brújula con el pundonor y lealtad propias de su actual comandante general, el Almirante Darwin Jarrín Cisneros, pero se encuentra en la Asamblea Nacional un proyecto de ley con intereses contradictorios. Los distintos corredores que se han creado últimamente, tanto por las rutas de narcotraficantes, como por la oceanopolítica de un mundo en conflicto, merecen estudios profundos.

El Consejo de Gobierno de Régimen Especial de Galápagos deberá reunirse al menos mensualmente para tratar estas aristas; de lo contrario, se reprime la voluntad de los habitantes de Galápagos y se alimenta la violencia popular.

Las islas Galápagos y sus fondos marinos constituyen la esperanza. Aún es posible salvar nuestro planeta y nuestro archipiélago, cumplir con los objetivos del milenio en que vivimos, utilizar la tecnología para la solidaridad con los humildes silenciosos. No esperemos que se convierta una pandemia viral en una nueva guerra de ambiciones entre imperios farmacéuticos, petroleros, turísticos, cuyas minorías pretenden imponer decisiones a la fuerza.

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