A pesar de todo…

Entre la pandemia, las vacunas para el Covid-19, la corrupción, el encierro de fin de semana y el toque de queda en días ordinarios, nos ha tocado sobrevivir en estos últimos tiempos.

Francamente no es fácil, porque las circunstancias sanitarias junto con las económicas, que han deteriorado las finanzas de la mayoría de ecuatorianos, nos tienen del cuello y, aunque para algunas industrias y emprendimientos haya sido beneficioso porque han generado buenas ventas, estas dependen de una buena economía para que haya quien consuma sus productos o servicios.

Por otro lado, la inmunización contra el virus nos ha hecho sentir nuestra condición de país del tercer mundo, pues mientras en EE.UU., Australia, la mayoría de naciones de Europa, las vacunas abundan, aquí aún no sabemos cuándo nos tocará, a pesar de las inmensas colas en las dependencias en las que se está vacunando. Muchos creen que cuando les llegue su turno, capaz que esta vacuna ya no cubre mayor cosa o nada, porque habrán mutado las cepas al punto de que quienes se vacunaron al inicio, tengan que volver nuevamente por una nueva.

En este panorama de incertidumbre, el imputado alcalde Yunda, quien llegó del mundo de la farándula y se hizo conocer como conductor de uno de esos programas ordinarios que atrapan en la ignorancia y la vulgaridad al público televidente y fuera, otra hora, amamantado y mimado por el correísmo, ahora es blanco de una ola de corrupción y acusado de autor mediato de peculado.

También aparece en la palestra del escándalo, su hijo, quien resulta ser más hábil para negociar como en su propia casa con las compras y bienes del cabildo, que para el mismo reguetón.

De este último no se conoce del paradero y del anterior, porta grillete electrónico y, adicionalmente, el Concejo de Quito, goza de figuras poco gratas por sus dudosas actuaciones, lo que pone a la capital en vilo.

Solamente en Quito esta trifulca de corrupción y ahora qué pasará en Guayaquil, además qué sucederá con  el desempleo, con el endeudamiento externo, la caótica situación sanitaria, la educación. Es un momento de crisis en el que llega el nuevo mandatario, a quien debemos, a pesar de todo, respaldar y con paciencia esperar los anhelados cambios por los que votamos el 11 de abril.

Habrá que volver los ojos a nuestra tradición capitalina de tenacidad para afrontar con decisión y esperanza el futuro.