¿Qué elegimos cuando elegimos?

Si los votantes odian o detestan la corrupción, por qué tantos corruptos son electos. Corrupción y más corrupción. Parece que nos hemos habituado tanto a ella que ya ni nos altera. El corrupto es el responsable legal, pero ¿y los electores de los políticos con sospecha incuestionable de robo? ¿Son cómplices morales de sus actos? ¿Y si la corrupción ya está demostrada? ¿Castigamos con nuestros votos a los corruptos? Parece que tenemos muchas preguntas que hacernos en voz muy alta.

La percepción más ingenua, es que muchas veces, los electores poco o nada conocen de sus corruptos, los elegimos con un mal menor. Parece mentira, pero prevalece la toxica frase de “roba, pero hace obras”.

El humanista, Tomás Moro, fundamentaba cómo debe ser según su opinión un buen gobierno, ese buen gobierno que, si lo extrapolamos a siglos después, sería equiparable en intención al que, supuestamente aspiramos los ciudadanos con nuestros votos. Según Moro, gobernante y gobernados son un cuerpo unido y el primero debe comportarse a la altura, con el conjunto de los ciudadanos a los que gobierna, en nuestra analogía es algo así como un padre debería comportarse con sus hijos.

Nosotros hoy nos preguntamos: ¿Robarían Uds., a sus hijos? ¿mal invertirían el dinero de sus hijos y lo utilizarían para enriquecerse sólo ustedes quitándoles el derecho (comida, educación, salud, vivienda, medicinas, cultura, deporte…)? No estoy seguro si serían buenos padres. Y si los hijos los pillan, ¿seguirían confiando en sus padres? ¿Hasta dónde se puede ser cómplices morales en ese voto secreto?

En la víspera de las próximas elecciones. Es necesario preguntarnos en primer lugar en qué nivel el pueblo vota por políticos inmorales. Esto presionaría a que los partidos y movimientos políticos investiguen muy bien no solamente los temas de corrupción gubernamentales y, sobre todo, el comportamiento de los electores. Después, hay que estudiar y entender las razones por qué la gente da su apoyo a políticos corruptos. Y no me digan la vieja historia de que el pueblo olvida pronto…

Lo hemos dicho antes, la corrupción no es un monstruo del momento, parece que ahora hay un mayor rechazo social, estamos cansados… ¿en verdad? O es mejor lo “malo conocido que bueno por conocer”, si no es así. Y existe educación, cultura, memoria historia, virtud política y moral ¿Qué falla entonces?

Creo que hay mucho más en cuestión que todo el dinero robado, la corrupción pone en riesgo el presente y futuro de toda sociedad democrática, por eso no nos podemos quedar jamás callados, nuestra corresponsabilidad social, política y la palabra son las únicas armas que poseemos. Quizá, no nos lleven a ningún sitio; puede que a los corruptos no les importen las palabras, pero, por favor, al menos no las hipotequemos ni renunciemos a ellas. Por lo menos, digamos en alto y muy claro que no hay derechos, y que estamos hartos.

Gabriel Quiñónez Diaz

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