Todos migramos

El nuevo proyecto que Fundación Fidal, en alianza con Fundación Hanns Seidel ha emprendido, es uno que tiene que ver con la migración venezolana en el Ecuador y la forma en la que la sociedad civil puede apoyar a que la integración sea más exitosa.

El ser humano ha sido nómada, trashumante, se ha movido de un lugar a otro del planeta, desde tiempos inmemoriales. Las causas han sido varias, pero las más frecuentes tienen que ver con el hambre.

Las causas actuales no difieren mucho, tienen que ver con la satisfacción de las necesidades, de alimentos, de salud, de educación, de seguridad.

El éxodo de ciudadanos venezolanos no tiene parangón en la historia del continente y, a pesar de que no tenemos frontera con ese país hermano, sí tenemos mucho en común y eso hace que la solidaridad tenga que ser la base de la relación.

El proyecto busca capacitar, en los próximos cino años, a ciudadanos venezolanos en emprendimientos, en conocimiento de sus derechos y responsabilidades, así como también contribuir para evitar brotes de xenofobia.

La tarea no es fácil, se parte de una línea base que describe realidad de la presencia de los migrantes, unos con los documentos en regla y otros no, pero todos necesitados de apoyo y orientación.

Sabemos que nosotros, como país de acogida, no estamos en las mejores condiciones, sobre todo, económicas y de empleabilidad, y también evidenciamos que la pandemia del coronavirus ha puesto las cosas más difíciles, pero esa no es razón para cruzarnos de brazos; al contrario, debemos ser más creativos y proactivos para encontrar caminos de solución.

Este proyecto apunta a ser parte de la solución, pero es indudable que la sociedad en su conjunto, los gobiernos, los medios de comunicación y la comunidad internacional, tienen la palabra.

Rosalía Arteaga Serrano