Es un recurso extraordinario, cuya finalidad es dejar sin efecto una resolución judicial o sentencia de segunda y definitiva instancia, ya sea cuando se ha violado la ley, ya por contravenir expresamente a su texto, ya por haber hecho una indebida aplicación de la ley, o por haberla interpretado erróneamente; es decir, cuando se hayan producido errores de derecho por falta de conocimiento, los mismos que se conocen como errores in iudicando.
Ejemplo de ello son las penas mayores a las que constan en nuestra ley. Este recurso ataca también a los errores de procedimiento, llamados errores in procedendo, que se producen por violación al debido proceso, como cuando se deja en la indefensión a un procesado. Este recurso extraordinario de casación no permite revisar los hechos del caso concreto ni hacer una nueva valoración de la prueba, porque aquello ya fue revisado por otros jueces que dictaron la sentencia; pues es un recurso tratado por un tribunal más jerárquico de la Corte Nacional, que resolverá sobre la calidad técnico-legal de la sentencia; que la motivación contenga, entre otros, los principios de comprensibilidad, razonabilidad y lógica, además de la enunciación de normas constitucionales, legales, Pactos y Convenios Internacionales de Derechos Humanos. Ahora bien, a propósito de la casación por cohecho que involucra a muchos funcionarios del gobierno anterior y que se está tratando en estos días, de acuerdo con un estudio profundo de las sentencias anteriores que contiene el doble conforme, la suerte está echada (alea jacta est), no hay vuelta atrás, no hay punto de retorno. De rechazarse este recurso, no hay otro más, ni aún el de ampliación y aclaración; debiendo disponerse que regrese el proceso al juzgador de origen para que ejecute la sentencia, quien debe ordenar de inmediato la captura de los condenados para que paguen su pena en el Centro de Rehabilitación, quedando sin efecto el arresto domiciliario que fue preventivo. Considero que hay que hacer una reflexión… No hay el crimen perfecto… las leyes bien aplicadas y por jueces correctos, en cualquier tiempo surtirán efecto; el dinero queda en último plano. El honor es el mejor patrimonio que podemos dejar a nuestros hijos.