Feminismo interseccional

Las mujeres de diversas etnias que luchan por los mismos objetivos no son una novedad, aunque a veces lo parezca. Sus batallas y sus propósitos llevan más de dos décadas entre nosotros, sin embargo, lejos de entender la interseccionalidad como un fuego que ayuda a prender otras antorchas, se debe analizar que en la actualidad los movimientos que se gestan tienen un síndrome de condescendencia que se convierte en dañina para el proceso.

Frente aquello, el feminismo interseccional no está excepto de privilegios, al contrario, debe nutrirse de éstos, blanca o blanca-mestiza que quiera apoyar a otras mujeres debe ante todo reconocer su lugar en el mundo, es decir, reconocer que en muchos espacios su etnicidad le otorgará aceptación; Un feminismo interseccional, reconoce la experiencia de estigmatización y las diferencias con el fin de combatir eficazmente las misóginas que nacen de la falta de oportunidades y la gran estigmatización social por el hecho de ser mujer.

En ese sentido la idea general de interseccionalidad está ligada a mecanismos ideológicos y de una estructura motivacional de hechos vividos, esa aparente protección, liberación y seguridad que tanto se ventila no es gratuita, las microagresiones comunes se vuelven agresiones frontales, cuando entre mujeres dejamos de lado la teoría de “apoyo al género” y ponemos en práctica conversaciones y actitudes pasivo-agresivas o microagresiones que suelen ser letales y así entorpecemos todas las luchas y los espacios ganados.

En ese sentido, la complejidad de las relaciones interpersonales donde a veces nos acompañamos y en las que otras veces nos antagonizamos es de total importancia, que se entienda al “feminismo” con mejores relaciones; si la sociedad busca formas activas de unirse a movimientos feministas se debe empezar por escuchar otras voces e integrar en sus rutinas diversidad de personas que serán quienes enriquezcan su propio discurso.

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