Descarado e insolente

Fustigó incansable al pueblo ecuatoriano y obró con actitud humillante en la conducción del Estado dejando grabado la marca lacerante del socialismo siglo XXI de un alto grado de perversidad, en alianza con otros países, como Bolivia, Nicaragua, El Salvador, Venezuela, que practican un socialismo descarnado de extrema, que es semilla de dominación, bajo la crueldad totalitaria, camuflado en una aparente fuerza política, con la práctica nefasta y denigrante, que afecta a toda la colectividad. Hoy aparece en campaña electoral desde el exterior, pero exhibe como candidato a un monigote con rabo de paja a la Presidencia de la República, puesto que es manejable, obediente y de la misma calaña. Continúa agresivo en su campaña lenguaraz, mal hablado y al mismo tiempo se santifica pretendiendo ser un ángel redentor, pero no se da cuenta que todos sabemos, que es embustero y arrogante, que siempre desplegó sus alas perversas del totalitarismo, con una sonrisa sardónica tratando esconder su actitud de dominación avasalladora. Sin embargo debe estar herido en su orgullo vano, sumido en la nostalgia y el despecho, conociendo que le fallaron sus cálculos, porque le cayó la espada de la justicia, con una sentencia condenatoria, por haber sido el director de la orquesta sinfónica de la corrupción junto a los secuaces de su organización delictiva.

Ésta sentencia nos conduce a pensar, que por fin, hay un hecho claro, que permite ver la luz de la justicia que parecía perdida en una pandemia de inmoralidad. Vale resaltar la actitud libre y digna de los jueces en el cumplimiento apegado a las leyes en sus funciones y en especial resaltar la valentía de una mujer, a quien no le tembló la mano, por tener una conciencia plena de responsabilidad, dignidad y nobleza de espíritu en el cumplimiento de sus funciones y la correcta aplicación de la justica como Fiscal General de la Nación. El panorama electoral debe llevarnos a reflexionar sobre la tragedia que hemos vivido durante los gobiernos de la “robolución”, que fueron más graves que la Covid-19 y que los tentáculos heredados de la corrupción del correato, que todavía se sienten en los hospitales y centros de salud.

Debemos gravar en nuestra mente, para nunca olvidar, que la ambición, desfachatez y el cinismo determinaron que la “robolución siglo XXI” fue la guarida que produjo los más grandes saqueadores que recuerda la historia del país.