Circunstancias electorales

El sino de los hombre es la muerte y aunque parece fatalista la afirmación, es totalmente real y debería ser el norte que nos invite a tener buenos comportamientos, a sabida cuenta de que viviremos unas décadas y luego toda la trifulca armada por tener, en ocasiones, más de lo requerido, quedará en nada o quién sabe en qué manos.

Peor todavía si los dineros son mal habidos, como resultado de una vida de corruptela en la que al más puro estilo maquiavélico, se han amasado fortunas perjudicando a los más pobres. Con seguridad quienes obran así, viven opulentas existencias, pero emotivamente dramáticas entre la ansiedad y la negra conciencia de los delitos cometidos en pos del dinero que, no les pertenece.

Cuando pienso en los candidatos, que se despepitan por hacerse del poder, creo que la mayor parte de ellos o ha perdido el rumbo de su vida, pues es inexplicable el ansia de triunfo para gobernar un país caóticamente quebrado, o les importa un “pepino” la suerte de la Patria, cuanto su posible fama o al menos la popularidad y el dinero que podrían conseguir de las dotes que deberá entregarles el CNE.

Con seguridad en el pensamiento de los electores, la gran mayoría “milennials”, estará que la política es una actividad de “pillos”, porque los bochornos, denuncias, sentencias, trafasías tanto de exmandatarios, que se siguen pavoneando en medio de las circunstancias políticas, como de los elegibles del momento, que hasta presentan cédulas falsas, como el correista Arauz, ante la mirada pasiva de la señora Atamaint que declaró vía twiter que no les corresponde a los miembros del CNE poner límites al actuar de las diferentes expresiones políticas, dejando a las claras una total inutilidad de ese organismo y de ella, como presidenta del máximo organismo electoral.

Mientras tanto Correas, Alvarados, Meras, Ribadeneiras, Bucaram y otros apellidos bien conocidos, se declaran perseguidos políticos, pero eso sí no dan tregua a su lengua, al punto de haberse convertido en bribones de comedia, cuyas voces desgraciadamente tienen eco en tres tipos de población: las menos instruidas, los picaros que están a expensas de sus retornos para volver a medrar del país o entre los ingenuos que se han creído de los discursos que lanzan.

Ojalá la longevidad no sea una característica de la genética de estos personajes indeseables, como para que las generaciones venideras piensen en la posibilidad cierta de una liberación de estos yugos que tanto daño le hacen al país entero.