Ni Trump ni Biden

Un segundo mandato del actual presidente traería más entorpecimiento al comercio y la inmigración, y a nadie le conviene una ‘guerra fría’ con el cada vez más autoritario gobierno de Beijing.

Al salir del hospital, Trump twitteo: “No tengan miedo al Covid. No dejen que domine sus vidas… ¡Me siento mejor que hace 20 años!”. En esta campaña exageradamente agresiva, los adversarios, cegados por la ira, contestan por ejemplo “Trump Lastima”. Le pregunté, “¿lastima un ser humano por sentirse bien?”, y me respondió “lastima al pedir no temer al Covid, cuando mucha gente lo ha sufrido”.

No tener miedo es bueno para la salud mental; ser cauteloso está bien, tener miedo no.

Prometen invertir $1,3 billones en infraestructura, aumentar el salario mínimo a $15 por hora e incrementar los impuestos sobre la renta, plusvalías y sociedades. Las empresas pasarían de pagar 21% a 28%, revirtiendo la mitad de los recortes de Trump, y se aumentaría gravámenes sobre los ingresos globales, intangibles y con bajos impuestos (‘GILTI’). “Esto supone una caída media de 5% sobre los beneficios”, calcula el director de Estrategia de UBS.

El triunfo demócrata no enamoraba a los mercados, preocupados por el caótico estilo de Trump. Pero para curar el espanto, ahora dicen que el golpe de subir los impuestos será compensado por el estímulo fiscal de al menos $2 billones que impulsarían los demócratas.

Si fuera fácil, los políticos ya habrían solucionado la pobreza: bastaría con sacarles a los ricos para dar a los pobres y estimular el crecimiento. Pero hace décadas que se implementan estas políticas y las cosas empeoran.

Y es que, demagogia aparte, los impuestos siempre terminan recayendo sobre los más débiles, ya que los fuertes tienen capacidad para trasladarlos, por ejemplo, subiendo precios, bajando salarios o consumo.

*Asesor del Centro para la Prosperidad Global, Oakland, EE.UU.

@alextagliavini