¿Cómo actúa el ciudadano común frente a la corrupción?

Álvaro Peña Flores

Todos coincidimos en que la corrupción debilita las instituciones democráticas, haciéndolas más vulnerables en procesos y sistemas; retrasa el desarrollo, aumentando la desigualdad económica y social; y, contribuye para la inestabilidad gubernamental, polarizando los sectores políticos y disminuyendo su confianza.

En la edición anterior, se propuso como alternativas de solución para las organizaciones de la sociedad civil: la sensibilización ciudadana, el manejo eficaz de los medios de información públicos de las entidades y, mejorar los códigos de conducta institucionales. Pero, ¿qué pasa cuando el ciudadano común se ha hecho a la idea de que la corrupción es un mal incurable?, ¿Cómo incidir en su forma de pensar para que actúe siempre en contra de ella?

La mejor forma de hacer conciencia es comparar los escenarios: todo el dinero robado, hubiese servido, por ejemplo para mitigar la situación en nuestro país por la crisis sanitaria, mejorando el sistema de educación y de salud pública, dinamizar el sector privado de tal forma que no se hubiese inventado leyes humanitarias que lo que menos han hecho es ayudar, o lo que es peor, sobre endeudar al país para cubrir gasto corriente, comprometiendo los ingresos no percibidos para los años venideros. Es decir, imponer cargas impositivas financieras a los más pobres, incrementado la brecha que no mejorará en muchos años.

La manera más eficaz de actuar en contra de la corrupción para los ciudadanos comunes es eligiendo bien a los gobernantes, lo que a todos nos gustaría escuchar de los postulantes a Carondelet es: qué estrategias tienen para mejorar la situación actual sin demagogia y con realismo. Recordemos que la calidad del mandatario es el reflejo de la calidad mandante.

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