La codicia por el poder

Preceptos universitarios que fueron revelación de rebeldía, proclamas defendidas por agrupaciones sociales, sindicatos, gremios, y una cantidad de obras filosóficas que proclamaban la lucha de clases como el camino para instaurar estados igualitarios, representados por los obreros o el campesinado, se diluyen y asoman velados en las luchas políticas que en la actualidad pretenden llegar a captar el poder.

Y es que esa pasión anidada en el corazón y mente de líderes de tiempos pasados, parecen ser historia, se perdió la poesía contestataria y de protesta contra lo establecido, ya no hay canciones coreadas en paraninfos, estadios, parques y calles. El polvo cubre panfletos u órganos escritos para difundir la ideológica causante de asonadas, revueltas, levantamientos y conjuros. Pocos son los nombres de ideólogos que abanderan causas que preconizan justicia, paz y libertades, o esas posiciones más crudas, que planteaban que no hay más revolución que aquella alcanzada por las armas y el holocausto de hombres y mujeres embestidos con halo de héroes.

Muchas corrientes de izquierda defendidas por teóricos, y en otros casos por combatientes cuyos nombres ponían ardor en la juventud y en los estamentos que mostraban descontento por un orden explotador y colonizador, ya no se escuchan, y toda una literatura de avanzada o progresismo es leyenda del mundo. Filósofos, economistas, escritores, cantores, activistas políticos, medios de comunicación, historiadores y sociólogos son pensamiento de un pasado.

Ya no se discierne el materialismo histórico y dialéctico, otrora motivo de estudio ineludible para entender la historia y los elementos metafísicos que decretaron los avances o estancamiento de las sociedades y los pueblos. Se dice que ya no hay ideologías, que no hay izquierda, centro o derecha, que las sociedades deben conducirse con libertad y sin ataduras de pensamiento, dejando al individualismo como doctrina conductual del ser humano. Quizá es un sofisma de los grupos dominantes, responsables de la extrema pobreza, violencia, depredadores del hombre y que más temprano que tarde no podrán ocultar la lucha entre dos malas palabras, socialismo y capitalismo.