El fanatismo

Se presenta como un estado de apasionamiento en donde las personas toman una actitud equivocada, que resulta exageración y conduce inexorablemente a la intolerancia. Vale también decir que aparece como necesidad de seguridad, en una especie de inseguridad.

Esta actitud equivocada del fanatismo, también ha sido llevada a la política, en donde se puede apreciar un alto grado de exageración, que permite determinar su radical intolerancia. Este estado irreflexivo lleva a la persona a no respetar las ideas u opiniones ajenas. El apasionamiento del fanatismo hace que la persona que lo practica reproche las ideas ajenas, considerándolas como utópicas y además considerarse como dueños de la verdad y que sus ideas conducen a la formación de una sociedad perfecta, con un estado de armonía total.

En el fanatismo la conciencia es prisionera y vulnera los principios de libertad, porque utiliza una ideología de completa intransigencia y un norte rebosante de inflexibilidad. Para el fanatismo las ideologías de derecha o izquierda desaparecen, como tales devoradas en sus propias concepciones.

Para el fanatismo las ideas son un acto de conciencia que no se puede remplazar porque es radical, preservado como en una burbuja del conocimiento, sin permitir un análisis profundo de lo que hay fuera de la burbuja, incluso sabiendo que las ideas son cambiantes, que muchas veces aparecen en las sociedades como una avalancha que arrasa con todo, para luego permitir un análisis profundo de la realidad que podrían ser dirigidas a un cambio.

Se puede afirmar que el fanatismo es sordo y ciego, que utiliza una conciencia que vulnera los principios de libertad, siendo por tanto que las ideologías no pueden ser atropelladas por el fanatismo. Entre los diferentes modelos de fanatismo podría mencionar algunos como: la religión, la política, el deporte, etc.

El fanatismo no cala en las diferentes sociedades del mundo, pues sabemos que el progreso de los pueblos está determinado por una dinámica que no se detiene y que representa o ha representado a través de los siglos un ejercicio que mira siempre hacia un horizonte que está en constantes cambios positivos, en función de las aspiraciones de los pueblos en su afán de progresar en equidad.

Carlos Concha Jijón

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