2020, AÑO DE EMPATÍA, GRATITUD Y RESPONSABILIDAD

Álvaro Peña Flores

¿Se puede entender la gratitud sin la empatía?, ¿o la empatía sin la sensibilidad? Quizá la humildad es el germen de la paciencia, ¿o a la inversa? Estas interrogantes nos llevan a hacer nuestra evaluación del año; hoy, donde las luces navideñas, los discursos y la algarabía propia del tiempo, hacen sus mejores galas, es preciso analizar los acontecimientos de la pandemia y la coyuntura nacional, que demostraron quienes somos en realidad los seres humanos.

Hemos hablado de empatía hasta el cansancio, para entender el pensamiento del otro, que piensa diferente, y que tiene todo el derecho de expresarse y de tener razón, porque la libertad se lo permite.

La importancia de esta empatía radica en la sensibilidad, de ponerse en los pies del otro, de ser sensibles ante los problemas que sienten y padecen otras personas en el mundo entero, quizá no podamos entender lo que el otro esté pasando, pero vemos que lo está pasando mal y podemos ayudarle.

La gratitud es el umbral donde se logra la empatía, este año se ha valorado todo: la vida, los alimentos, los amigos y familiares; entendiendo además, que no necesitamos tanto para ser felices. Y un tercer valor también importante, la responsabilidad, que ha hecho comprometernos con personas y con causas, a intentar actuar de forma coherente con nuestro pensamiento, a cumplir las obligaciones que nos hemos puesto y a tomar decisiones asertivas.

El panorama actual y el que viene debe enrumbarnos a ser empáticos, gratos y responsables. Que no solo quede en el discursillo ni en la buena intención, sino que se plasme en hechos. Respetando la ideología, tendencia y gusto político, credos, afinidades y sabores y por sobre todo la humanidad misma, derechos inalienables de todos.

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