Mi pedido a los candidatos

El enorme ausentismo en las elecciones legislativas en Venezuela, que supera el 70%, a pesar de las públicas amenazas de Diosdado Cabello a las masas, de que si no votas, no comes, habla por sí solo del rechazo al infame régimen político que azota a la hermana república. Y haber visto al exMandatario asistir como veedor de tamaña estafa, y leer que su candidato para las elecciones de febrero próximo lidera las preferencias ciudadanas, abre serias interrogantes sobre lo qué está ocurriendo en nuestro Ecuador.

Y para colmo, que el protagonista de los negociados durante la pandemia, lo que no tiene perdón de Dios, sea inscrito en la lid para asambleístas, deja ya dudas sobre la salud mental de por quiénes estamos siendo dirigidos en estos últimos 13 años, y lo más grave, sobre la pobre educación en principios y valores de nuestra gente.

He escuchado con atención las propuestas de todos los candidatos a Carondelet, y debo reconocer que todas son buenas, pero se repiten tanto, que sería saludable para la República, que quien logre el triunfo, acoja al resto de participantes como sus asesores principales. Del común denominador de las propuestas deberían nacer las, hoy inexistentes, políticas de Estado, tan necesarias para que un país no pierda su rumbo cada cuatro años. Desafortunadamente, debido a sus egoísmos y defensas de sus grupos de intereses, sería tirarle piedras a la luna.

Sin embargo, deberían de acuerdo en las causas del estancamiento, como la falta de creación de empleo como fruto a la incertidumbre jurídica y tributaria, las usureras tasas de interés que complican los emprendimientos, la rigidez laboral, la corrupción y la selección del método para erradicarla, la eliminación de aranceles e impuestos estúpidos que inflan los costos de producción, la eliminación de burocracia ineficiente y repetitiva, es decir, lo básico que la patria requiere, contribuiría a la salud económica y mental de todos los ciudadanos.

Devuélvanle la alegría de producir al empresario generador de empleo, y el optimismo al país, hoy sumido en una franca división, pesimismo generalizado e incertidumbre.

Eduardo Chiriboga Aponte

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