¿Por quién puedo votar?

María Rosa Zury Rojas

A la corrupción incesante en nuestro país se le ha sumado la crisis de representación política. A pocos meses de las elecciones de 2021, los ecuatorianos se enfrentan a la mayor proliferación de candidatos presidenciales desde 1978 -con el retorno a la democracia- y, por tanto, a una mayor dispersión en el voto. Es decir, un riesgo a la legitimidad del futuro presidente. Ante esa situación, vale preguntarse ¿cómo los ecuatorianos podremos elegir al candidato más opcionado al sillón de Carondelet?

Ante todo, es necesario reconocer a aquellos candidatos “chimbadores” o en otras palabras, los que postulan al puesto sin ninguna o nula posibilidad de ganar. ¿Y cómo lograr reconocerlos? muy fácil, investigando. Normalmente, aquellos “chimbadores” pertenecen a organizaciones políticas que obtuvieron malos resultados (menos del 10%) en las elecciones del 2017 o, son aquellos que carecen de una formación política como de experiencia en la administración pública o la creación de empleos, siendo eso un problema; porque, claramente, no se puede otorgar un puesto de trabajo, como es el de la presidencia de un país, sin las suficientes habilidades para ejercerlo. Puesto que, ¿a cuántos de nosotros nos han negado una plaza por la falta de experiencia en ese ámbito laboral?. Ustedes tienen la respuesta.

Simultáneamente, cada uno de los ecuatorianos deberá hacer un examen reflexivo sobre sus preferencias políticas, de esa manera, acortará el número de candidatos y obtendrá un panorama mucho más claro. Sin embargo, en esta tarea deberá tener en cuenta la situación crítica que atraviesa el país y si sus preferencias ayudarán a mejorarla.

Por consiguiente, los ecuatorianos están a tiempo de investigar y de elegir conscientemente por el candidato más óptimo al sillón de Carondelet. No demos paso a una dispersión del voto que afectará en los resultados y en la legitimidad de quien nos represente. Así como tampoco, esperemos a último momento para interesarnos por nuestros candidatos. Pues, ante el desinterés, es muy probable que en nuestro inconsciente colectivo aparezca la idea de “votar por el menos malo”, dando paso, una vez más, a un país lleno de corrupción y de crisis tanto política como social.

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