Corrientes oceánicas de Galápagos

Hace pocos días, junto con Costa Rica, Ecuador presentó una solicitud ante la Comisión de Límites de la Plataforma Continental de la ONU, para defender la soberanía en las cordilleras submarinas de Galápagos.

Sueño con un centro internacional en San Cristóbal que enseñe al mundo el respeto que merece el ser humano contra las amenazas nucleares, biológicas y telúricas. Allí los académicos serán protagonistas, la batalla se ganará en laboratorios y se difundirán los objetivos de desarrollo sostenible. La Armada defenderá la soberanía alimentaria, y nuestros dirigentes políticos encontrarán un norte superior al formalismo protocolario diplomático y vacuo. Sería, ¡La gran causa de Galápagos!

Bien está la defensa de la soberanía alimentaria en la pesca del atún, la lucha contra el plástico y las islas flotantes de la petroquímica que amenazan Centroamérica. Fomentará un turismo selectivo para catedráticos y bachilleres de la República, para que aprendan a querer y defender el archipiélago. La unidad civil militar, pública y privada, y antirregionalista, impulsará a los seres humanos en su convivencia con la naturaleza.

Resalto la extraordinaria labor del Instituto Oceanográfico de la Armada Nacional por los resultados obtenidos en los levantamientos hidrográficos, publicados en cartas que marcan la línea batimétrica, en las islas y en el canal Bolívar.

Las cinco corrientes oceánicas de Galápagos, la Ecuatorial y la contra ecuatorial, la de Panamá o del Niño, la de Cromwell que viene del norte y la de Humboldt, que sube desde el polo antártico, serían un estupendo horizonte científico planetario.

Los océanos traerán mejores días y nuevos descubrimientos. No los olvidemos para entender la vida de la evolución en el nuevo milenio, no los olvidemos en la ONU, ni en el escenario del Pacífico con el Cinturón de Fuego de sus volcanes.

Reynaldo Huerta Ortega

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