La ruralidad abandonada

Finaliza otro año y las necesidades de las zonas rurales continúan sin soluciones viables. Abundan las propuestas de campaña sobre reactivar el campo, potenciar la agricultura y llevar inversión y tecnología al sector.

No es coincidencia, pues cerca del 23,5% de los votantes habitan en parroquias rurales, concentrados en Pichincha y Azuay, en la Sierra, y en Manabí y Guayas, en la Costa. Sin embargo, las condiciones de vida son extremadamente desiguales, al igual que el acceso a servicios básicos, salud, educación y tecnología. Ya a finales de 2019, la pobreza en el campo alcanzaba al 44% de su población.

La inversión en el campo es esporádica y desorganizada, no existe un plan integral hacia el desarrollo. La brecha de acceso a educación y salud avanza en conocimientos y bienestar a las poblaciones urbanas, dejando atrás a las nuevas generaciones del campo.

Las necesidades son variadas y urgentes, y abarcan desde riego y acceso al agua tanto para el consumo humano en Esmeraldas, como para la agricultura en Santa Elena. Con ciertas excepciones como el sector cacaotero, el pequeño y mediano agricultor, ganadero o pescador sobrevive a merced del clima, las plagas, la violencia, y los intermediarios que con frecuencia pagan por debajo del costo de producción.

La falta de recursos es una excusa trillada que evita tener que buscar soluciones sustentables, que mejoren las cadenas de producción, y abastezcan al mercado local al tiempo de agregar valor a las exportaciones.

El país no puede progresar dejando atrás a la ruralidad, y no podrá gozar de los frutos del anhelado potencial agroindustrial del Ecuador si es que no prioriza el bienestar de sus habitantes.

No había por qué avergonzarse de las lágrimas, porque son testigo de su gran coraje, el coraje de sufrir.”

Viktor Frankl (1905-1997) Neurólogo y filósofo austríaco.

Todos los seres humanos merecen igual tratamiento, sin importar su identidad sexual o género.”

Andreja Pejic (1991- ) Modelo transgénero australiana.