¿A quién elegiremos?

Ahora sí se vieron las ciudades sosegadas, sin mayores tumultos, sin muchas luces de colores en las ventanas, sin dinero en los bolsillos, seguro y, ojalá, con pensamientos más profundos, más trascendentes, menos inmediatos y materiales; ojalá con mayores sensibilidades, aunque sea por el temor al virus que sigue asechando.

La Navidad ha sido una posibilidad de varias acciones, pensamientos y creencias, desgraciadamente en la mayor parte de casos, marcada por el poder económico; así el “niño Dios”, en la mejor de las circunstancias, de lo contrario el “gordo Santa” o “Papá Noel”, como el extremo de lo extraño y aun aberrante, cumplía los deseos de la carta escrita por los niños y entregaba los obsequios a hurtadillas en la noche buena; desde luego, se necesitaban unos padres capaces de comprar y ensamblar esta hermosa pantomima, de la que muchos disfrutamos por amor de nuestros progenitores; sin embargo, no en todos los hogares había carta, ni regalos, porque a lo mejor no había trabajo, y no quedaba más que resignarse a las circunstancias y talvez acostarse temprano para evitar los pensamientos y no sentir hambre.

Las diferencias de vida marcan nuestro crecimiento, los niños cuando grandes, pretenden emular lo que hicieron sus mayores y continúan con las tradiciones y aun los que nunca tuvieron una Navidad con “regalos por la chimenea”, y tienen las posibilidades económicas para hacerlo, generan también para sus hijos esta vivencia.

Lo grave es que hay sectores inmensos en el mundo que están estancados no solamente en la noche buena, sino en el resto de noches y días y, la supervivencia es el sino de sus vidas y ahí sí que no es cosa de solidaridades; se trata de una calamidad en el orden económico mundial, en el que entre países y dentro de estos entre la gente se producen fenómenos inconsecuentemente infames en la explotación de recursos naturales, en las economías fiscales y, desde luego, de corrupción de quienes una vez que se ven en el cargo público, encuentra la oportunidad de la vida para cuadrarse ellos y sus generaciones venideras.

Hoy justamente pululan los políticos entre nosotros y, aunque es una actividad, desgraciadamente “bochornosa” para la gran mayoría de la población, están ahí, presentes y listos a gobernarnos, pero cada uno sabe en sus adentros qué les mueve para ser candidatos; pero ojalá nosotros, los electores, tuviéramos la clarividencia necesaria para elegir a los correctos.