Hacia mejores días

Para quienes hemos llegado al final de este 2020 singular y excepcional, porque renovamos los votos hacia mejores días; con vida y optimismo, será recordado como el año del coronavirus, en el que seguramente tenemos que lamentar pérdidas, y en el que espero hayamos encontrado el tiempo para reflexionar, para pensar en tantos temas que son vitales y que nos deben conducir a mejores formas de actuar, de conducirnos como seres humanos y como colectividades.

Todo el año que inicia suele estar lleno de esperanza y buenos deseos, pero la experiencia muestra que los deseos se cumplen siempre y cuando haya dos cosas: objetivos bien definidos y mucho esfuerzo, lo cual implica planificación, gente capacitada y acuerdos internos que nos permitan alinear a todos los actores en nuestras metas.

Quizá hoy lo mas valioso sea recordar que, además de los temas coyunturales que todos tenemos que resolver, hay otros, importantes, que permanecen a lo largo de la vida de las personas y de nuestros pueblos, y a los que debemos darle la debida importancia y buscar las capacidades para enfrentar esos retos que devienen de los mismos temas que podemos plantearnos o no, pero que están ahí, no caducan jamás en el tiempo.

Me refiero a aspectos que tienen que ver con la sustentabilidad del planeta, con la necesidad de actuar en conjunto, gobiernos e individuos, si es que queremos tener un planeta en el que vivir, si es que lo queremos legar a las generaciones venideras. La necesidad de pensar en la “casa grande” como un todo que funciona con la armonía de las partes, es vital, ahí viene la obligatoriedad de pensar en mantener el equilibrio que necesitamos para sobrevivir como especie, procurando reducir, reusar, reciclar.

Otro tema sustancial, que rebasa los propósitos de fin o comienzo de año, tiene que ver con el rol que la educación juega en la vida de los países. Fortalecerla es fundamental, yo diría que crucial. Sin educación de calidad los países no tendrán futuro; las expectativas de algunos países que deciden invertir importantes recueros en educación, son una demostración de la revolución y cambios que se puede proporcionar.

Otro aspecto que no podemos dejar de lado en estas reflexiones de fin de año, tiene que ver con la lucha contra la corrupción. Un indispensable si queremos conseguir los propósitos que, como colectividad, como nación, nos proponemos. Sin esta lucha, los recursos serán siempre insuficientes, la fe pública decae y la vigencia de los valores se vuelve un mito.

La coyuntural del año que inicia, son las elecciones, pero no deja de tener relevancia enorme en un país como el nuestro, que apuesta a cada cuatro años, a la esperanza, a la salvación, al cambio de timón, que se deja seducir por las promesas y que no se fija en la vida pasada de los candidatos. Pues bien, en las actuales circunstancias que vivimos los ecuatorianos, es urgente la necesidad de pensar y repensar nuestro destino.

Gabriel Quiñónez Díaz

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