Se fue un triste año

Las tristes lecciones que nos ha dejado el 2020, son penosas de enumerar. Desde antes de la pandemia, ya el país padecía de una depresión económica sin precedentes, como fruto de demasiados años de malos gobiernos populistas, que aplicaron las indicaciones del Foro de Sao Paulo para acabar con las democracias. Políticas que la historia las ha señalado con contundencia como fracasadas. Sin embargo, valiéndose de la escasa educación de nuestro pueblo, intentan regresar al poder.

Y en el panorama electoral, habría que buscar el menos malo de los candidatos, al menos alguno que no esté vinculado con ese nefasto camino hacia el ocaso. Y entre los candidatos a Asambleístas, ahora ni siquiera podemos elegir al que tenga una trayectoria de lucha contra la corrupción conocida, sino que ahora el voto en plancha es obligatorio. Es decir, van a integrar nuestro alicaído parlamento, gente de dudosa procedencia, camuflados entre algunos que sin duda valdrán la pena.

Pienso que se tiene que gobernar con el ejemplo. Y si la sociedad adolece estos tiempos de una corrupción generalizada e institucionalizada, es porque vio que desde lo alto, la podredumbre está vigente e impune. Si ellos roban, por qué yo no.

Esperemos que el 2021 nos traiga mejor gente para conducir al país hacia mejores días. Que el ciudadano despierte, y no coma tanto cuento proveniente de las mismas personas que nos sumieron en tan honda crisis. Es hora del despertar ecuatoriano. Dios proveerá.

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