A la vista el 2021

Gane quien gane, la cosa es muy compleja. Y eso no significa ser fatalista, mala gente o pesimista. Y es que, nunca antes nuestra realidad se ha visto tan golpeada y el coronavirus no es la única causa. Entonces, culpar de todo lo que nos sucede al maldito virus no es objetivo ni válido. Vivimos una acumulación de enfermedades y algunas en estado terminal: crisis de referentes políticos, corrupción, élites despistadas y sin proyecto nacional, individualismo económico y una educación que pretende ser lo que nunca fue. Además del infaltable y cínico: ¡sálvese quién pueda!

La actual situación supera la crisis de inicios del 2000, pero además es global, es decir, entra agua por todas partes como lo que sucede en la Plataforma Gubernamental, ubicada en la Avenida Amazonas en Quito, cuando llueve. Herencia de la revolución. ¡Dios mío! Los problemas más urgentes e impostergables de solución son el desempleo y el subempleo, la inseguridad que nos desborda en todo momento, la desconfianza entre nosotros, la incredulidad hacia las autoridades y, sin lugar a duda, la crisis sanitaria que no tiene receta en ninguna parte del mundo, más allá de los calendarios de vacunación.

El país necesita un pacto social que impida el choque de trenes entre el presidente electo y una Asamblea fragmentada, ya que posiblemente ningún candidato tenga mayoría (absoluta y peor, calificada). Están en espera de aprobación un conjunto de proyectos contra la corrupción y los ángeles de la guarda del Legislativo no han hecho nada. En algunas ciudades, hay alcaldes ausentes de liderazgo como sucede en Quito y ya vamos tres administraciones en lo mismo. El futuro mandatario tendrá que administrar una economía de guerra con amenazas permanentes de paros y protestas, en donde no faltarán los líderes violentos y desubicados. Por eso se necesita que todos los sectores, por primera vez y ante la delicada situación, sean verdaderamente ciudadanos y apuesten por un acuerdo nacional. Ya no hay chance para la demagogia, las vanidades y los egos sobredimensionados que nunca han sido ninguna solución para nada. El país vive una realidad que no es responsabilidad única de los políticos. Ojo, con eso.