Viudas y difuntos

La crónica de un fallecimiento ocasiona lloros y lamentos. Si fue bueno el difunto hay lloros y lamentos, y si no lo fue, también hay lloros y lamentos. Ocurre a menudo en los velatorios, que los acompañantes vestidos con ropa oscura y que expresan sumarse al dolor que causa la muerte, murmuran, parlan, charlatanean, desembuchan, musitan aciertos y equivocaciones del ausente, con disimulo y a veces hipócritamente, fungen de jueces para dictaminar sentencias por los acciones del fenecido. Todo muerto fue bueno sostienen unos, mientras que otros, como si arrojaran un fermentado malestar, desmigajan con estremecimientos de encono secretas o públicas particularidades.

Parodiando esas escenas, desde hace décadas el ingenio del pueblo ecuatoriano en el último día de diciembre, ha sido creativo y travieso al declarar difunto al año que acaba, instauraron personajes que figuradamente lloran la muerte del “año viejo”, motivos para la sátira y la mordacidad, crítica a los sucesos políticos, económicos, o de otro orden y que fueron de dominio notorio. Habían horas de preparativos en los barrios, aparecía voluntario el aporte de vecinos elaborando los proscritos “años viejos”, el escenario se completaba con la teatralidad de las afamadas “viudas”, disfrazados que tanta gracia tuvieron, y que con sus inventivas ayudaron a sacar el estrés, la risa que apacigua las cargas dejadas por el año difunto, y las críticas que conllevaban a que el año nuevo sea de renovación.

Las ocurrencias de las “viudas” fueron espectáculo único, sesgadas a un erotismo sugestivo, pertenecen a la comedia de la calle, remunerada con el aplauso, y el aporte económico de expectantes y transeúntes que no se empobrecían donando amenas gratificaciones. El año viejo se establecía en una improvisada tarima en una calle, atizada con alumbrado y música alegre, junto originales estrofas escritas en el testamento que anunciaba con inteligente ironía la dejación a herejes herederos. El Decreto de Excepción privó este pasado año 2020, a mantener las costumbres ecuatorianas por fin de año, la quema de los años viejos, las viudas, la pirotecnia, el brindis, la cena, el abrazo de buen augurio y el baile.