La valentía de las mujeres que salen a la tienda del barrio en Guatemala

Al menos cuatro mujeres desaparecieron cada día durante los primeros 11 meses de 2020 en Guatemala y más de 4.000 alertas fueron emitidas por la sustracción de menores, en su mayoría niñas y adolescentes. Ir a una tienda en el barrio y no volver es una realidad diaria en el país centroamericano para muchas mujeres.

En los últimos 18 años, unas 42.000 personas han desaparecido en Guatemala y más de la mitad de ellas son mujeres, según la organización humanitaria Grupo de Apoyo Mutuo (GAM), una entidad surgida en 1984 en la época más cruel del conflicto armado interno que dejó en el doble de tiempo (1960-1996) un total de 45.000 desapariciones forzadas.

Los casos se acumulan a diario y en diciembre el tema volvió a estar en el foco público con la desaparición de la futbolista de 17 años Sharon Santa Cruz, a quien se le perdió el rastro el 20 de diciembre tras un partido de la Liga Mayor femenina en el estadio Cementos Progreso, al norte de la Ciudad de Guatemala.

Las redes sociales se volcaron con la desaparición de la menor y también su equipo, Comunicaciones, que no cesó de reclamar la búsqueda sana y salva de la futbolista. Las publicaciones con la alerta Alba-Kenneth, un mecanismo de reacción inmediata interinstitucional para detectar menores de edad sustraídos, fueron reproducidas por otros clubes, personajes públicos y medios de comunicación.

Desenlaces distintos

El alcance de las publicaciones tuvo un final satisfactorio cuando el 23 de diciembre por la noche Santa Cruz fue liberada y encontrada por las autoridades en el departamento de Izabal (este), debajo de un puente, intoxicada aparentemente por sus captores y con el mismo uniforme de fútbol con el que salió del último partido que jugó días antes, en el que su equipo venció 10 goles a 1 a su rival en cuartos de final del torneo.

En contraste, otra futbolista, una seleccionada nacional del equipo guatemalteco sub-20, Karen Barrera, de 20 años de edad, cumplió el pasado 30 de diciembre tres meses sin saber su paradero y, según publicó la familia de la joven en un anuncio de rescate, el día que le perdieron el rastro Karen salió a hacer una compra en la tienda que está en la esquina de su casa, pero no volvió.

Su caso, sin embargo, tuvo menos auge en redes sociales pese a tener activa una alerta Isabel-Claudina (para mujeres mayores de edad).

La diferencia en el abordaje social y mediático en ambos casos fue abismal, pues «en época de redes sociales es muy importante (la difusión), porque ahora, si a esta niña Sharon Santa Cruz la hubieran visto en otro país, eso para mí habría sido un avance (al reconocerla)», asegura a Efe la coordinadora del área de Transparencia de la organización humanitaria Grupo de Apoyo Mutuo, Karla Campos.

«Es difícil ser mujer en Guatemala. Significa tener miedo, hacer el doble de las cosas que hacen los hombres para demostrar que se es capaz de hacer ciertas cosas. Nos cuesta más la universidad, salir a la calle porque hay miedo, trabajar y ponernos en posiciones de poder. Pero lo hemos ido logrando y vamos paso a paso para poder cambiar el país», subraya Campos, experta en la materia.

La investigadora del GAM, una entidad que surgió en 1984 para denunciar las desapariciones y atrocidades del Ejército durante el conflicto armado, asegura que los actores o perpetradores han cambiado «levemente», pues «ahora no son instituciones estatales que desaparecen a la gente, sino organismos del crimen organizado».

Izabal como destino
Las organizaciones criminales como la que supuestamente intentó raptar a la futbolista de 17 años podrían tener intereses en Izabal, un departamento en el noreste del país colindante con Belice y Honduras y con salida al mar Caribe.

«Izabal es fronterizo, tiene playa y turismo. Todo ese corredor del noreste del país es similar. Es muy probable que haya más presencia del crimen organizado en este sector que en el oeste de Guatemala, que tiene frontera (con México) y donde hay mucha población indígena con sus propios estrictos controles, como la llamada justicia indígena», apunta Campos.

En el papel crucial del departamento de Izabal como un «centro de distribución» del crimen organizado coincide la directora ejecutiva de la Fundación Sobrevivientes, Claudia Hernández Cruz, quien agrega a Efe que, además del narcotráfico y la salida al mar con uno de los principales puertos del país, también coinciden en la región «fincas de palma africana, minería y mucha conflictividad social».

Hernández añade que han identificado casos de «jóvenes universitarias que han aparecido drogadas y dejadas en el mismo departamento (Izabal)» e incluso menciona que hay «antecedentes de casos de trata con fines de explotación sexual, pues del lugar salen barcos por el tema de importaciones y exportaciones. Hemos visto casos de organizaciones con catálogos de las jóvenes previo a ser secuestradas».

Durante los primeros 11 meses del Gobierno de Alejandro Giammattei, quien tomó posesión en enero de 2020, se reportaron 1.025 desapariciones de mujeres, según los datos del GAM.

El dolor que acompaña a las familias con personas desaparecidas no cesa. Es un delito que no pierde vigencia y la angustia, como señala la investigadora Karla Campos, «no tiene fin, pues la etapa de duelo no se logra cerrar» y las secuelas psicológicas «son fatales». EFE