PRESIDENCIABLES

Álvaro Peña Flores

El asombro, el desconcierto y la mofa primaron en todos los ecuatorianos escuchando a los presidenciables en el debate pasado, donde nos ilustraron con sus propuestas para arribar al tan anhelado Carondelet. Sus ideas, que me imagino en el fondo son buenas y tienen recta intención, se quedaron en la utopía del pensamiento, sin un plan de acción concreto y coherente que demuestren su posible ejecución.

Ante tal escenario, creo que nos dimos cuenta una vez más, de la precariedad de líderes políticos por la que adolecemos en el país. Ideas vagas, demagogas, soberbias y creo que arrogantes, por no decir estúpidas hicieron el show; todos sabemos lo que el país quiere ahora, salir de la crisis, que mejore la calidad de vida de todos con un empleo digno, y, sobre todo, que la corrupción sea castigada como se merece, entre tantas cosas importantes que necesitamos.

Distopía y discursos sin sentido son el plato fuerte de la campaña política. Lo más preocupante de todo aquello es que muchísimos de nosotros avalamos a los honorables presidenciables; preocupa mucho más el hecho de que defendiéndolos con pueriles ilusiones nos enemistamos con todo mundo.

El país en menos de un mes se juega la carta de su vida, el poder elegir por una vez en su vida, bien; no nos dejemos arrastrar por la demagogia y las afinidades, todos conocemos cómo está el país. Miremos con responsabilidad la coyuntura nacional y regional y analicemos si queremos estar igual que ellos o realmente mejor.

Ya lo había dicho en una edición anterior, por las obras se elogia la mano del artista, tampoco olvidemos que según el jefe de estado, así serán sus ministros; según el gobernador de la ciudad, así serán sus habitantes. Te pregunto ¿Qué clase de gobernante te mereces?

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