En juego nuestro destino

Democracia es la forma de gobierno del pueblo, por y para el pueblo, elecciones, alternancia, división de poderes, pero tiene sus limitaciones ya que no se puede consultar a todos sobre todas las decisiones. Varias candidaturas merecen atención en las próximas elecciones; una sola ganará y dejará atrás buenas perspectivas, quizá, y también disparates, fantasías y engaños. Sic transit gloria shunshis.  

Para los extremistas de izquierda y derecha la democracia es una “mentira piadosa”. A pretexto de servir al pueblo los gobiernos comunistas, fascistas y falangistas suprimieron las libertades e impusieron sus voluntades. El resultado fueron pueblos desintegrados o avasallados. Sucedió con Alemania, Italia y España en el siglo anterior. Algo más duró la Unión Soviética pero al final, en 1990, se esfumó, dejando millones de muertos por purgas y otros crímenes de Stalin.

Hoy de nuevo se enfrentan democracia y autoritarismo. Es problema del mundo y del Ecuador en las elecciones. Sus resultados marcarán nuestro destino. Lenin decía: “Hay décadas que no pasan nada y hay semanas que pasan décadas”. Todos los ecuatorianos pagamos el error insubsanable de haber elegido a Correa. No hay posibilidad de cambiar el pasado, pero hay que evitar repetir tal equivocación, que nos tiene endeudados, enfangados en la corrupción, sujetos a una Constitución que no exige el imperio de la ley, sino del capricho de los gobernantes.

Indigna que Correa sea parte de la campaña de Arauz. Es el violador enalteciendo la pureza de su preferido. El crimen organizado reemplaza a la ética, la honradez y dignidad. Si bien se dice, siguiendo a un Maquiavelo discutible, que en política y en el amor todo vale, no se debe jugar con el destino de nadie y peor de un pueblo ofendido y perjudicado por quienes ofrecieron días mejores y en vez de ello robaron. Me remito a las sentencias penales ejecutoriadas y a los prófugos que no dan la cara.