A pensar bien la decisión

La decisión de esta vez es para todos, todos, todos los que amamos nuestro suelo patrio; lo hacemos sin fanatismo y basados en la realidad que vivimos por causa de indeseables ecuatorianos que creen que llegaron al poder a hacer el festín del dinero del pueblo, pueblo que los elige para trabajar, tener una mejor vida no para arrepentirnos en poco tiempo de lo mal elegido. Va en juego honestidad, personalidad y decencia hasta en la forma de vestirse y hablar.

Debemos agradecer que estamos en el sitial de ocupar un cargo importante en el Ecuador, de llegar con dignidad y madurez emocional, lo expreso en plural porque estamos inmersos todos, gracias al conglomerado ecuatoriano que confiamos en el que llega como presidente, vicepresidente, asambleísta y parlamentarios andinos que se eligen en una sola votación. No queremos una vez más salir defraudados con pillos y figuretes de siete manos, gente que va a sentarse y calentar el puesto sin tener una preparación acorde a la dignidad que ostentan al ser elegidos.

Nuestro país está llorando lágrimas de sangre por la pandemia orquestada por delincuentes comunes en la ostentación y representatividad de funciones que no saben para que se eligió. Esta vez el sufragante es quien labra su destino, que no se queje después porque muchos nos han dado pruebas de qué clase de personas son: ruines y bajos porque han comercializado con la salud que los ha llevado prontamente a la muerte.

La pelotita va y viene y se espera que esta vez haya más humanidad porque es lo que el ser humano menos tiene actualmente y retrospectivamente dentro de sí mismo y de sus actuaciones porque no sienten vergüenza si es que alguna vez la tuvieron, pues quedó solamente para personas que en realidad tienen dos manifestaciones en la vida: respeto por Dios y por sí mismo.

No podemos elegir a un gobierno que tenga vínculos que desastrosamente terminó con la creencia que se tuvo en algunos políticos y que quiere seguir manoteando a su antojo, hay que elegir a personas más idóneas, llenas de amor y no a quienes fungen de promesas revestidas de crueldad y mentira.

María Luisa Gómez De La Torre Gómez