La personalidad de Donald Trump

Su comportamiento histriónico, ególatra, grosero, irresponsable y despreciable crea desconfianza incluso en quienes trabajan con él. John Gartner, psicólogo de la facultad de Medicina de la Universidad de Johns Hopkins señala que “Donald Trump ya nos da una pista sobre su estado mental”. Sus valoraciones se centran más en el personaje, no en la persona, donde se esconde el hombre y no la caricatura. No obstante, el problema reside en que no estamos ante una figura pública cualquiera, sus altibajos, reacciones, tuits y conductas generan desconfianza.

Lo que se sabe de su personalidad se infiere por su comportamiento. No le agradan las reglas, protocolos o que le lleven la contraria, desafía el statu quo y no acepta órdenes. Su impulsividad le induce a una conducta antisocial, su lapso de atención es muy breve, muestra poco interés en opiniones diferentes a las suyas, su esquema mental es muy rígido y su capacidad para procesar la información escrita es limitada.

Vive en el aquí y ahora, no valora las consecuencias de sus actos, confía en pocas personas, suele aplicar un pensamiento dicotómico en cuanto a sus relaciones: eres amigo o enemigo, patriota o no, su control impulsivo es bajo. Desconfía de los intelectuales, etiqueta a los periodistas como figuras “peligrosas” y evita a personas expertas, porque tienen una opinión contraria a la suya. Cree ser el centro de la atención y si no lo consigue, se frustra y enfada.

Ha sido señalado como mentalmente incapacitado para ejercer el cargo. Un artículo de ‘Psychology Today’ dice: “su personalidad deja entrever rasgos potencialmente peligrosos”. La psicóloga Mary Trump Ph.D. señala: “Pero la pandemia descontrolada del Covid-19, la posibilidad de una depresión económica, la profundización de las divisiones sociales en el plano político, gracias a la tendencia de Donald a la división, y la devastadora incertidumbre sobre el futuro de nuestro país, han creado una tormenta perfecta de catástrofes que nadie está menos preparado que mi tío para gestionar.” Su personalidad paranoide, lo inhabilita políticamente y se acerca a la conocida tríada oscura de la personalidad: psicopatía, narcisismo y maquiavelismo.