¿Quiénes son los políticos?

Hoy que están de moda los políticos, me he preguntado qué características y atributos deberían tener, siendo ellos los que ejercen el arte de gobernar, según la definición de la palabra política. Y es que se ven caras y nombres, unos totalmente desconocidos y otros, célebremente renombrados, sobre los cuales pesan historias no muy santas, pues o ya han ejercido cargos públicos de los que han salido sin pena ni gloria, o aparecen de otras tiendas políticas, del camisetazo, según su conveniencia, para volverse candidatos y procurarse algún cargo importante.

Hay personas que ya vienen de ser parlamentarios andinos, como la denominada ‘Hay Pame’, por ejemplo, que ahora quiere ser asambleísta, u otros que ya fueron concejales, y suponen que hoy les toca el congreso, y así se enquistan en la función pública, haciendo de la política una forma suspicaz de vida, gracias a cabildeos, a veces escándalos, inversiones también, todo para alcanzar algún turbio reconocimiento.

Me pregunto si estos sujetos habrán trabajado en algo algún día; si sabrán lo que significa ganarse el sustento diario en alguna actividad honesta. ¿Habrán producido algún bien o servicio; habrán invertido en alguna empresa, sembrado alguna pepa, como para hablar de agricultura; conocerán el campo, se habrán asoleado y sudado unas gotitas trabajando la tierra? ¿Arriesgarían sus dineros para generar alguna industria que dé trabajo, o pondrían algún negocio, o, al menos, laborarían de dependientes en alguna empresa privada?

Con seguridad, a muchos les hierve la boca y les gana el ocio, se acostumbran a la vida regalada y se acomodan así hasta el fin de sus días, a darse de famosos, aunque sean unos mequetrefes; gustan del poder de los cargos de elección popular o del palanqueo para ubicarse en algún puesto que les permita gozar de una buena vida para ellos y sus allegados.

Francamente estamos sitiados por estos seres y debe ser también porque quienes hemos emprendido por el camino del esfuerzo y la dignidad, nos hemos retirado pasiva y peligrosamente a contemplar sus fechorías, creyendo ingenuamente que podían tener límite, que algo les podía conmover; pero, hoy más que nunca, se han mostrado evidentemente descarados, falsos y dueños de una codicia sin final, que les hace ofrecer de a gratis bonos, sueldos sin merecerlos; prometer imposibles al punto de la total irresponsabilidad.

Ojalá en estas elecciones los ciudadanos sepamos discriminar, valorar las actitudes, los orígenes políticos y la historia ética de los candidatos, sino seguiremos lamentando bajo el mandato de otros tarambanas.