Pirotecnia

Como prácticas de un tradicionalismo que proviene de siglos, de por medio bandas de música, disfrazados y pólvora, en las fiestas populares no faltan los artefactos que hacen ruido y que producen, en las noches, espectáculos de luces de coloración diversa.

Las comunidades participan con entusiasmo en estas celebraciones que tienen carácter recreativo, religioso o cívico, y que forman parte de su propio y ancestral costumbrismo comarcano. En el sur de España, el calendario festivo se presenta pródigo, entre bailes, pirotecnia y más bullicios.

En este marco, allí se emplea la palabra falluto para referirse al petardo que no explota. Proviene del latín fallutus, fallido, que falla, y se la utiliza, también, para referirse a la persona falsa, embustera, informal, hipócrita.

En estos días previos a la elección de febrero, en que asombrosamente en nuestro medio aparecieron 16 candidatos a la presidencia de la República, muchos sin los méritos suficientes pero sí con exceso de audacia, se han hecho abultados e increíbles ofrecimientos de campaña, entre los que sobresalen algunos que no resisten el menor análisis incluso por su falta de lógica.

Frente a lo que sucede en el plano político y en nuestro país que atraviesa serias crisis agudizadas por la pandemia de coronavirus, se escuchan disparates emitidos sin el más mínimo rubor, a fin de engatusar a poblaciones agobiadas por los engaños de sus falsos líderes y que, no obstante, siguen, ciegamente, a los demagogos.

Es necesario identificar a esos politiqueros que se mueven a sus anchas en las patrañas del populismo, para revelar que son portadores de mensajes repletos de mentira y desvergüenza. Les calza, exactamente, la denominación de fallutos.