Una historia de nunca acabar

Corrupción y más corrupción, eso es lo que ve diariamente la población ecuatoriana. Con la pandemia de la COVID-19 se han visto los casos de corrupción más inhumanos. Se ha llegado a un punto en que ya no nos sorprenden lo más mínimo los nuevos casos; inclusive, hasta los predecimos. El estado de excepción declarado por el presidente Lenín Moreno fue una carta blanca para meter mano en los procesos de compras públicas. Se vio corrupción al más alto nivel. Nos robaron con las mascarillas, con las pruebas PCR, con medicamentos, con los termómetros; en fin, con todo lo que pudieron. Y si eso no fuera lo peor, observamos hasta cómo se repartieron los hospitales.

Bajo este escenario desesperanzador llegó lo que se supone que va a ser la salvación y va a marcar el fin de la pandemia, la vacuna. Como mencioné anteriormente, hemos llegado a un punto de predecir los nuevos casos de corrupción. Con la llegada de la vacuna ya sabíamos cuál iba a ser el próximo escándalo. Ya nadie se sorprendió. El que lo hizo, pecó de extrema ingenuidad. Tras la llegada de únicamente 8.000 vacunas, ya se está viendo cómo se están repartiendo para sus propios intereses.

Pero lo que sí no deja de sorprenderme es que ya no solo se llega al punto de cometer actos de corrupción en plena pandemia, ni que el implicado se trate de justificarse por los mismos, sino que surgen terceros defendiendo y justificando al implicado. Tenemos a un Fidel Egas que considera ético que el Ministro de Salud haya vacunado a sus familiares. A Caridad Vela, Secretaria de Comunicación, justificando la elección del Hospital de los Valles, entidad privada, para la repartición de vacunas, el cual no constaba en la lista de prioridades. Nos han robado tanto, y de tantas maneras, que creen se pueden exculpar con las justificaciones más absurdas y cínicas.

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